Jóvenes capaces de construir una vida buena a favor y al servicio de todos

Benedicto XVI indicó a los fieles que tenían la misión de "testimoniar el amor de Dios por el ser humano, ante todo con las obras de caridad y las opciones de vida en favor de las personas concretas, a partir de las más vulnerables, frágiles, indefensas, (...) como los pobres, los ancianos, los enfermos, los discapacitados".


Frente a los desafíos actuales, como "la búsqueda a menudo exacerbada del bienestar económico, en un período de grave crisis económica y financiera, el materialismo práctico, el subjetivismo dominante, (...) deben promover el sentido cristiano de la vida, mediante el anuncio explícito del Evangelio. (...) De la fe vivida con valentía se deriva, también hoy como en el pasado, una fecunda cultura de amor a la vida, desde la concepción hasta su fin natural, de promoción de la dignidad humana, de exaltación de la importancia de la familia, fundada en el matrimonio fiel y abierto a la vida, de compromiso por la justicia y la solidaridad".

El Papa concluyó recomendando, "el compromiso de suscitar una nueva generación de hombres y mujeres capaces de asumir responsabilidades directas en los diversos ámbitos de la sociedad, especialmente en el campo político, que hoy tiene más necesidad que nunca de personas, sobre todo jóvenes, capaces de construir una "vida buena" a favor y al servicio de todos".

"Invito a -concluyó- a buscar y custodiar siempre la armonía entre la mirada de la fe y de la razón que permite a la conciencia percibir el verdadero bien, de modo que las decisiones de la comunidad civil estén siempre inspiradas en los principios éticos que corresponden a la profunda verdad de la naturaleza humana. El hombre no puede renunciar a la verdad sobre sí mismo, sin que sufran el sentido de la responsabilidad personal, la solidaridad hacia los demás, la honradez en las relaciones económicas y de trabajo".