Queridos jóvenes amigos:
"El corazón habla al corazón"... En estos momentos en que estamos juntos, deseo hablar con uds. desde mi propio corazón, y les ruego que abran los suyos a lo que tengo que decir.
Pido a cada uno, en primer lugar, que mire en el interior de su propio corazón. Que piense en todo el amor que su corazón es capaz de recibir, y en todo el amor que es capaz de ofrecer.
Al fin y al cabo, hemos sido creados para amar. Esto es lo que la Biblia quiere decir cuando afirma que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios: Hemos sido creados para conocer al Dios del amor, a Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y para encontrar nuestra plena realización en ese amor divino que no conoce principio ni fin...
Al fin y al cabo, hemos sido creados para amar. Esto es lo que la Biblia quiere decir cuando afirma que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios: Hemos sido creados para conocer al Dios del amor, a Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y para encontrar nuestra plena realización en ese amor divino que no conoce principio ni fin...
...Éste es el mensaje que hoy quiero compartir con uds. Les pido que miren sus corazones cada día para encontrar la fuente del verdadero amor. Jesús está siempre allí, esperando serenamente que permanezcamos junto a Él y escuchemos su voz. En lo profundo de su, los llama a dedicarle tiempo en la oración.
Pero este tipo de oración, la verdadera oración, requiere disciplina; requiere buscar momentos de silencio cada día. A menudo significa esperar a que el Señor hable. Incluso en medio del "ajetreo" y las presiones de nuestra vida cotidiana, necesitamos espacios de silencio, porque en el silencio encontramos a Dios, y en el silencio descubrimos nuestro verdadero ser. Y al descubrir nuestro verdadero yo, descubrimos la vocación particular a la cual Dios nos llama para la edificación de su Iglesia y la redención de nuestro mundo.
Pero este tipo de oración, la verdadera oración, requiere disciplina; requiere buscar momentos de silencio cada día. A menudo significa esperar a que el Señor hable. Incluso en medio del "ajetreo" y las presiones de nuestra vida cotidiana, necesitamos espacios de silencio, porque en el silencio encontramos a Dios, y en el silencio descubrimos nuestro verdadero ser. Y al descubrir nuestro verdadero yo, descubrimos la vocación particular a la cual Dios nos llama para la edificación de su Iglesia y la redención de nuestro mundo.
El corazón que habla al corazón. Con estas palabras de mi corazón, queridos jóvenes, les aseguro mi oración por uds., para que su vida dé frutos abundantes para la construcción de la civilización del amor. Les ruego también que recen por mí, por mi ministerio como Sucesor de Pedro, y por las necesidades de la Iglesia en todo el mundo.
Sólo Jesús conoce la "misión concreta" que piensa para uds. Dejen que su voz resuene en lo más profundo de sus corazones: incluso ahora mismo, su corazón está hablando a sus corazones.
Benedicto XVI
Catedral de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo de Westminster y
Hyde Park, Londres, 18 de septiembre de 2010.