El camino con Cristo, ir con Cristo, «el Camino», no es un peso añadido al ya suficientemente duro fardo de nuestra vida, no es algo que haga más pesado esta carga, sino que es una cosa totalmente distinta, es una luz, una fuerza, que nos ayuda a llevar este peso.
Si un hombre lleva dentro de sí un gran amor, este amor le da casi alas, y soporta más fácilmente todas las molestias de la vida, porque lleva en sí esta gran luz; esta es la fe: ser amado por Dios y dejarse amar por Dios en Jesucristo. Este dejarse amar es la luz que nos ayuda a llevar el peso de cada día. Y la santidad no es una obra nuestra, muy difícil, sino precisamente esta «apertura»: abrir las ventanas de nuestra alma para que la luz de Dios pueda entrar; no olvidar a Dios porque precisamente en la apertura a su luz se encuentra fuerza, se encuentra la alegría de los redimidos.
Oremos al Señor para que nos ayude a encontrar esta santidad, dejarse amar por Dios, que es la vocación de todos y la verdadera redención.
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