Los pecados sociales

La Sagrada Escritura habla de ciertos pecados que «claman al cielo».


¿Cuáles son?

  1. El homicidio voluntario (cf Gn 4, 10). 
  2. La sodomía (cf Gn 18, 20; 19, 13). 
  3. La opresión de los pobres (cf Ex 3, 7-10 y 22, 20-22). Clama al cielo cuando se abusa de su condición humilde e impotente, obligándoles a servicios inicuos, impidiéndoles sus deberes religiosos, dándoles jornales de hambre y otras cosas semejantes, contra las cuales no se pueden defender ni exigir su reparación ante los hombres. Entonces es cuando estos crímenes claman al cielo y atraen sobre los culpables la indignación de Dios.
  4. La defraudación o retención injusta del jornal del trabajador (cf Dt 24, 14-15; St 5, 4). Bajo cualquier pretexto que se haga, ya sea retrasando inicuamente el pago, o disminuyéndolo, o despidiendo sin causa a los obreros, etc., apoyándose precisamente en la impotencia de los mismos para defenderse eficazmente. En la Sagrada Escritura se condena con energía este crimen. He aquí algunos textos: «No oprimas al jornalero pobre e indigente... Dale cada día su salario, sin dejar pasar sobre esta deuda la puesta del sol, porque es pobre y lo necesita. De otro modo clamaría al Señor contra ti y tú cargarías con un pecado» (Deut. 24,14-15). «El jornal de los obreros que han segado sus campos, defraudado por ustedes, clama, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos» (Iac. 5,4).
«Que nadie de ustedes pertenezca al número de aquellos que, en la inmensa calamidad en que ha caído la familia humana, no ven sino una ocasión propicia para enriquecerse inicuamente, tomando pie de la miseria de sus hermanos y aumentando más y más los precios para obtener un lucro escandaloso. ¡Contemplen sus manos! Están manchadas de sangre, de la sangre de las viudas y de los huérfanos, de los niños y adolescentes, de los impedidos o retrasados en su desarrollo por falta de nutrición y por el hambre, de la sangre de miles y miles de infortunados de todas las clases del pueblo que derramaron sus carniceros con su innoble tráfico. ¡Esta sangre, como la de Abel, clama al cielo contra los nuevos Caínes!" (Papa Pío XII, 1945).

¿Por qué se dice que “claman al cielo”? 

Porque envuelven una especial malicia y repugnancia abominable contra el orden social humano. No suponen necesariamente mayor gravedad que todos los demás pecados que se puedan cometer; pero, en virtud de su especial injusticia contra el bien social, parecen provocar la ira de Dios y la exigencia de un castigo ejemplar para escarmiento de los demás. 


Cf. CEC 1867