Primeros Viernes del Año - Meditaciones del “Corazón herido”

“Cristo, refugio de los afligidos y de los pecadores”





CONTENIDO

00. Introducción
01. El corazón herido de la multitud (Junio II)
02. El corazón herido y solidario (Julio)
03. El corazón herido del inmigrante (Agosto)
04. El corazón herido por la pobreza (Septiembre)
05. El corazón herido por la corrupción (Octubre)
06. El corazón herido en su dignidad (Noviembre)
07. El corazón herido del niño no nacido (Diciembre)
08. El corazón herido por el hambre (Enero)
09. El corazón herido por la enfermedad (Febrero)
10. El corazón herido por el abuso (Marzo)
11. El corazón herido para reparar (Abril)
12. El corazón herido del dehoniano (Mayo)
13. El corazón herido de Jesús (Junio I)

 

0. INTRODUCCIÓN

¿Qué es el año del Corazón Herido?

Es un kairós para nosotros, hijos del Padre Dehon, que en su testamento espiritual nos dice: «Les dejo el más maravilloso de los tesoros, el Corazón de Cristo», «por él vivo, por él muero». Es, por tanto, un momento favorable para desenterrar este tesoro y descubrir las innumerables riquezas que reserva a nuestro apostolado y a nuestra misión.
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Deseamos hacer del «Corazón herido» de nuestro Señor el refugio de hombres arrollados por el sufrimiento, la injusticia y la exclusión. Personal y comunitariamente, estamos invitados a inventar, iniciar y realizar proyectos que busquen señalar esta preocupación en nuestros ministerios, oraciones y devociones. Se trata de valorar nuestro carisma de profetas del amor para iniciar trabajos o crear situaciones que puedan eliminar o aniquilar cualquier germen capaz de generar exclusiones. Deseamos pensar en cómo podemos tener la vista puesta más allá, observadores y visionarios de los signos de los tiempos para desarrollar nuestro carisma de siervos de la reconciliación para ir a las periferias, como Cristo, y luchar con las víctimas teniendo como armas las obras de misericordia inspiradas por el Corazón misericordioso del Señor.

¿Por qué el ícono del Corazón herido?

Para nosotros, el «Corazón herido» es el icono del siglo XXI, transmite un mensaje que va más allá de la palabra. Este símbolo es capaz de acoger los sentimientos de las mujeres y de los hombres de este mundo. El icono del «Corazón herido» sabe revelar la vida interior e íntima hecha de deseos y expectativas, frustraciones y sufrimientos. Remite a los sentimientos de muchísimas personas, hace vivas sus angustias y lágrimas, su tortura y sufrimiento hasta la sangre. Todo eso que está cercano al hombre lleva el signo de la herida.

¿Para qué?

Como congregación queremos promover la creatividad, sea a nivel teológico que filosófico, para emprender compromisos en diferentes servicios, en el ámbito del arte y de la música para dar expresión al sufrimiento con la palabra, y proponer remedios para invertir las situaciones marcadas por la aflicción y puestas en los márgenes del vivir común.

¿Y cómo dehonianos de Argentina y Uruguay?

Rezaremos todos los primeros viernes, como lo hacemos tradicionalmente este día en nuestra devoción, uniéndonos espiritualmente a la Congregación de una manera especial este año.

Rezaremos contemplando la realidad actual. Proponemos una pequeña reflexión con alguna problemática actual, iluminada por la palabra del p. Dehon, para luego rezarla en comunidad.

Compartir esta iniciativa con los laicos de nuestras parroquias, ya que todos estamos llamados a vivir este año en contemplación al Corazón herido: “Queridos miembros de la Familia Dehoniana, alimentemos nuestra compasión en el corazón de Jesús para hacer posible, urgente y fecundo nuestro amor hacia toda persona herida”.


Junio II

1. «Siento compasión por la multitud» (Mt 15,32)

Una de las atenciones que ha marcado de manera fuerte la acción de Jesús fue la multitud. Él tiene piedad porque la ve abatida como ovejas sin pastor. Nosotros hoy encontramos situaciones de los hombres de nuestro mundo que viven en los márgenes y en las periferias. También ellos son matados como ovejas sin un pastor y pierden toda esperanza de ver mejorar la propia realidad. Muchos de aquellos que son excluidos del gozo de los bienes están convencidos que nada cambiará su destino, han venido al mundo solo para acompañar a los otros. Esta resignación al sufrimiento expresa la amargura que prueban en su corazón y que puede englobar pensamientos pesimistas y de violencia. Son los descartados de nuestra sociedad. Las multitudes, de las que Jesús tiene piedad, viven como exiliados en su país, extraños a sí mismos; como los condenados a muerte en espera de la ejecución (Blaise Pascal), como corderos llevados al matadero (Is 53,7). Otros están como ovejas en medio de los lobos (Mt 10,16), experimentando solo el furor y el rostro duro de sus carniceros. Hay niños abusados por adultos o ancianos esparcidos por las esquinas de las calles como banderas de miseria y luto. Jesús se identifica con ellos, habiendo él mismo probado el sufrimiento de Getsemaní y en el Gólgota. Pero, no se limita a la piedad por ellos, comparte su sufrimiento y lo toma consigo. Lleva las ovejas perdidas sobre sus hombros (Lc 15,7; Ez 34,12), cuida del herido (Ez 34,16).
En esta perspectiva, así escribe el padre Dehon:

«El Corazón de Jesús desborda de ternura y compasión por todos aquellos que sufren,todos aquellos que se cansan, todos aquellos que tienen hambre, todos aquellos que están enfermos. Es un corazón de padre, un corazón de madre, un corazón de pastor. Jesús es nuestro padre como Dios, como Salvador, pero lo es también como Pontífice, como sacerdote. Él es nuestro pastor, es el Buen Pastor por excelencia. Es su corazón de sacerdote que sufre cuando sufrimos. Más que san Pablo, puede decir: “¿Quién es débil que no lo sea también yo?” (2Cor 11,29)» (El Corazón sacerdotal de Jesús, CSJ 126).

Acto de oblación:

María, por su “Ecce ancilla”
-nos incita a la disponibilidad en la fe (Cst. 85)

Padre, tú recibiste de los brazos de María
a tu Hijo presentado en el templo,
primicia de una vida enteramente ofrecida;
recíbenos también a nosotros,
para que, santificados por su oblación,
vivamos en tu presencia por la salvación de nuestros hermanos.
Sobre el Calvario
uniste a la pasión del Hijo, la compasión de la madre
y la asociaste a su sacrificio;
acepta el ofrecimiento
de nuestra cruz cotidiana,
del trabajo apostólico y de la oración,
como cumplimiento en nosotros de la pasión de Cristo
para la redención del mundo. Amén.

Julio

2. «Todo lo que no han hecho a uno solo de estos más pequeños…» (Mt 25,45)


Si tan importante es la relación de intimidad con quien está en la pena, como nos revelan las acciones de Jesucristo, no podemos permanecer indiferentes a la miseria de los pequeños, de los pobres y de los marginados de nuestro tiempo. El Vaticano II invita a los cristianos y a toda la Iglesia a seguir su ejemplo:

«Las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de hoy, de los pobres sobretodo y de todos aquellos que sufren, son también las alegrías y las esperanzas,las tristezas y as angustias de los discípulos de Cristo, y nada hay de genuinamente humano que no encuentre eco en su corazón… Por ello la comunidad de los cristianos se siente real e íntimamente solidaria con el género humano y con su historia».

Para ser solidarios con los hombres, debemos seguir la misma lógica de Cristo, es decir, saber renunciar a nuestras prerrogativas, hacernos pobres con los pobres. Se deben alcanzar las periferias y no solo hablar de pobreza. Es en esta perspectiva que no deberemos tener miedo a frecuentar los márgenes y las periferias, los lugares donde el hombre sufre: cárceles, hospitales, campos de refugiados, obras, fábricas, calles, familias, lugares de luto, áreas post-desastres, barracópolis... El trabajo no está hecho solo de compasión, sino también de nuestra presencia en los lugares donde se toman las decisiones, para hacer resonar la voz de Cristo a favor de los marginados, también cuando es a menudo sofocada. El Padre Dehon nos recuerda que antes de cada acción va una vida entregada:

«Plazca a la bondad de nuestro Dios multiplicar en su Iglesia las almas sacerdotales que, animadas y vivas por las disposiciones del Corazón de Jesús, Apóstol y Pontífice, son ante todo apóstoles a través de la oración, la inmolación interior, el ardor del amor por el consuelo, y después (solo a continuación) ¡por las obras exteriores de celo! Sin este fuego interior, toda la actividad del celo no sería otro cosa que humo (P. Giraud)» (El Corazón sacerdotal de Jesús, CSJ 210).

Acto de oblación:

El Espíritu del Señor está sobre mí…
-Me ha enviado a evangelizar a los pobres” (Lc 4, 18-19)

Señor Jesús,
tú entregaste tu vida por nosotros.
Como respuesta a tu sacrificio,
también nosotros queremos seguir hoy el camino del amor;
queremos amarte y servirte en los hermanos,
y caminar con ellos hacia el Padre.
Con gozo y gratitud por el bien que recibimos
y por la ayuda que nos prestan,
queremos ofrecer nuestra vida
para la salvación de todos.
Te pedimos
que nos hagas vivir unidos a tu entrega de amor,
para lograr
la recapitulación de toda la humanidad en ti.
Para gloria y alabanza del Padre. Amén.


Agosto

3. Inmigrante perseguido “huye a Egipto …” (Mt 2, 13)


El fenómeno de la inmigración en este mundo globalizado crece cada día más. Tantas personas que se movilizan y dejan sus tierras para ir en busca de un porvenir de un futuro. Personas que forzadamente lo dejan todo sin importar a cambio de que. Así también lo vivió la familia de Nazaret.
Y pocas veces llega a los periódicos el final trágico de muchos, las noticias de las muertes de estos hermanos nuestros en las fronteras, en el mar, hacinados, explotados, esclavizados … que es como a una espina en el corazón que causa dolor y al que no podemos ser indiferentes.
Francisco decía en Lampedusa: “¿Dónde está tu hermano?”, la voz de su sangre grita hasta mí, dice Dios. Ésta no es una pregunta dirigida a otros, es una pregunta dirigida a mí, a ti, a cada uno de nosotros. Esos hermanos y hermanas nuestras intentaban salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de serenidad y de paz; buscaban un puesto mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte. ¡Cuántas veces quienes buscan estas cosas no encuentran comprensión, no encuentran acogida, no encuentran solidaridad! ¡Y sus voces llegan hasta Dios! Y una vez más les doy las gracias a ustedes, habitantes de Lampedusa, por su solidaridad. He escuchado, recientemente, a uno de estos hermanos. Antes de llegar aquí han pasado por las manos de los traficantes, aquellos que se aprovechan de la pobreza de los otros, esas personas para las que la pobreza de los otros es una fuente de lucro. ¡Cuánto han sufrido! Y algunos no han conseguido llegar.
Cuántas heridas en esos corazones que pasan hambre, sed, violencia, ultrajes y sobre todo humillación a su dignidad, porque son discriminados por toda la sociedad.

Padre Dehon, En las Asambleas de las obras obreras católicas, 186:

Después de eso si algún bromista nos dice: «Ustedes hacen socialismo», nos hemos de consolar al pensar que lo han dicho de más grandes que nosotros. Lo han dicho del Santo Padre, y lo han dicho del cardenal Manning que respondió vivamente diciendo: «Nuestra doctrina es tachada de socialismo por los frívolos, por los impetuosos como por los capitalistas... pero el futuro no ha de dar la razón» (Carta a la revista «El siglo XX», del 20 de Diciembre de 1890). Lo han dicho así mismo de Monseñor Ketteler, al cual se reprochaba de ocuparse de estas cuestiones. Él respondía: «Yo no tengo solamente el derecho, tengo además el deber de seguir con un vivo interés estos asuntos del mundo obrero, deformarme una opinión a cerca de eso y de expresarla públicamente según las circunstancias... Cuando recibí la consagración episcopal, la Iglesia, antes de darme la unción y la jurisdicción de obispo, me puso entre otras esta siguiente pregunta: “¿Quieres ser caritativo y misericordioso con los pobres, con los extranjeros y con todos los desafortunados, en el nombre de Nuestro Señor? Y respondí: ¡lo quiero!”.
–El obispo es un representante de Cristo, es por eso que la Iglesia le pide antes de conferirle esta representación si él tiene, como sucesor de Jesucristo, el deseo de imitarlo en el amor de su divino Maestro por las clases necesitadas de la humanidad. ¿Como podría, por tanto, después de esta promesa solemne, quedar indiferente de cara a un problema que toca a las “necesidades más esenciales” de una clase tan numerosa de hombres? La cuestión obrera me concierne de tan cerca como el bien de todos aquellos de mis queridos diocesanos, que pertenecen a la clase obrera. Mejor todavía, al colocarme encima de estas fronteras estrechas, tengo el derecho de interesarme por la cuestión obrera tanto cuanto al bien de todos los obreros con los cuales estoy unido por la caridad de Cristo» (Introducción al folleto: «La cuestión obrera y el Cristianismo»).

Acto de oblación:

“La vida de oblación
nos configura con la oblación de Aquel que,
-por amor, se entrego totalmente al Padre
y totalmente a los hombres.” (Cst. 35)

Volvemos nuestra mirada a ti,
Jesús del Costado traspasado,
que en el Espíritu te has ofrecido al Padre.
De tu Costado brota el agua viva
y la sangre de nuestra redención.
Tu gloriosa herida nos ha curado,
tu voluntad de amor nos ha santificado.
Permítenos participar en tu redención
con el ofrecimiento de nuestra vida.
Recibe junto con nosotros
los sufrimientos y las esperanzas del mundo.
Siguiéndote,
buen Pastor, que has dado la vida por nosotros.
participamos en tu amor solidario
para que la salvación llegue a toda la humanidad.
Amén.

Septiembre

4. “Ofrecieron en sacrificio dos pichones …” (Lc 2, 24)

Era la ofrenda de los pobres. Jesús, José y María constituían una familia pobre de Israel, como tantas familias hoy en nuestras ciudades, barrios y parroquias. Familias pobres que día a día luchan por sobrevivir al peso de lo cotidiano. Tantas familias que les falta lo necesario para vivir. Estos pobres son “hoy y siempre los destinatarios privilegiados del Evangelio, y la Evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer”. Son estos pobres que deben ser los protagonistas de la Evangelización, no necesitan simplemente ser objetos a evangelizar. Los pobres tienen que ser sujetos de Evangelización. Tantas veces simplemente hemos pensado que debíamos ir hacia ellos con nuestra mentalidad, sin escucharlos … sin embargo ellos tienen mucho que enseñarnos (EG 198). Personas que viven en nuestras barriadas y que acuden a nuestras Iglesias como mucha devoción, porque buscan un consuelo, una palabra de aliento y esperanza ya que llevan el corazón herido de tantos golpes de la vida.
El Corazón de Dios tiene un sitio preferencial para los pobres, tanto que hasta Él mismo se hizo pobre (GS 197).

Padre Dehon, Catecismo social 296:
La antigua ley pedía el diezmo de ciertos productos para la parte del culto. El derecho cristiano pedía igualmente un cierto diezmo para la parte de Dios y las obras de enseñanza y de beneficencia. Son indicaciones.
Hoy el presupuesto del estado se encarga de tomarnos diezmos, provee magramente al servicio del culto, y si ayuda a la enseñanza y los pobres, es en un espíritu antirreligioso. Los católicos deben suplir a lo que falta al presupuesto de Dios, al de la infancia y de los pobres. Muchos lo hacen generosamente, pero cuántos también lo hacen con demasiada moderación... ¡Es verdad que las fiestas, el juego, las carreras y las toilettes cuestan muy caro! La Providencia avisará.

Acto de oblación:

“Cristo se hizo pobre
-para enriquecernos a todos con su pobreza” (Cst. 44)

Te damos gracias, Padre,
por los grandes signos de amor
que nos ofrece la vida de tu Hijo, Jesús.
Él vino a nosotros por amor,
predicó el Evangelio a los pobres,
curó las enfermedades del cuerpo y del espíritu,
comió con los pecadores.
Que seamos sensibles al dolor de los hombres
y disponibles a sus necesidades.
Que la contemplación del Costado abierto
se convierta para nosotros en fuente de solidaridad.
Te ofrecemos nuestra reparación,
que opera en la caridad fraterna y en el anuncio del Evangelio;
acoge nuestro sacrificio espiritual
y únelo a la oblación eucarística de Cristo. Amén.

Octubre

5. Víctima de corrupción “…por treinta monedas” (Mt 26,14)

Jesús sufrió la corrupción en persona. Traicionado por dinero. Jesús se identifica también con los prisioneros. Vivió durante su pasión el destino reservado a los prisioneros. Acusado, llevado ante el Sanedrín (Lc 22,66-71), ante Pilato y Herodes (Lc 23,1-12), es juzgado, condenado a muerte y clavado en la cruz como un delincuente común. Conoció el sufrimiento del prisionero: la privación de libertad, latigazos, insultos, burlas, humillaciones de todo tipo, la traición y el abandono, la indiferencia de la gente a la que hizo el bien, injustamente.
Hoy tantas personas sufren las consecuencias de la corrupción injustamente. Tantos hermanos nuestros que viven todo lo que padeció Jesús por la corrupción que impera en la sociedad. Este cáncer social que es la corrupción profundamente arraigada en muchos países, en sus gobiernos, empresarios, instituciones, cualquiera que sea la ideología política de los gobernantes (EG 60).
Los corazones heridos de ambos lados. De aquel corrupto que tiene el corazón herido por la miseria de la ambición y que lleva a la muerte; como aquel, el que tiene el corazón herido por las consecuencias de la corrupción, y sufre en sus propia persona injusticia.

P. Dehon, Catecismo social 151:
Es un hecho demasiado evidente que este capital tiene en gran parte un origen injusto como consecuencia de operaciones usurarias, de especulaciones deshonestas, de acaparamientos y de monopolios opresivos.
Este capital salió de su función legítima que era de ser auxiliar del trabajo; se tornó un instrumento de opresión, de juego, de vida ociosa y desordenada.

Acto de oblación:

“Vivan en el amor como Cristo los amó
-y se entregó como oblación y víctima de suave olor” (Ef 5,2)

Señor Jesús, te damos gracias
porque con tu muerte obediente y tu resurrección gloriosa
nos has salvado.
Todos los días necesitamos tu resurrección
porque queremos participar
en tu obra de redención del mundo.
Nos consagramos a ti
dispuestos a realizar tu programa de vida
en total fidelidad al Padre del cielo.
Que nuestro humilde servicio
contribuya a hacerte amar y conocer más
como manantial de toda vida. Amén.

Noviembre

6. “Tan desfigurado que no parecía un hombre, ni su apariencia era humana (Is 52, 14)

El siervo sufriente del Antiguo Testamento es la prefiguración de Cristo en su pasión. Y hoy lo identificamos con tantas personas que han perdido su dignidad, hoy reflejan en sus vidas el rostro doliente del Señor. Personas que sufren en sus vidas los dolores de la vida. Podemos hablar que la situación de pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, que nos cuestiona e interpela: niños golpeados y explotados, jóvenes desorientados, frustrados por falta de oportunidades, rostros de indígenas, rostros de campesinos, de obreros, desempleados, enfermos, ancianos solos, marginados (Cfr. DP 31-39) de excluidos, migrantes, desplazados, enfermos, etc (DA 65)
Tantos corazones heridos en el mundo de hoy, que se asemejan a al Corazón herido de Cristo, ya no parecen humanos porque lo han perdido todo.

Padre Dehon, Catecismo social 302-303:
Una doctrina que hace del trabajo un deber, de justicia una ley, de la limosna una obligación, de la caridad fraterna una virtud sincera, de la templanza y de la dignidad un precepto, esta doctrina da un golpe mortal a la pereza, al lujo, a la codicia, al pauperismo. Ella favorece la producción de riqueza y contribuye a su buena repartición.
En fin, si la abolición de la esclavitud no fue proclamada en el Evangelio, ella fue preparada por la igualdad moral atribuida a los esclavos y los amos.
Más todavía, la pobreza no debería ser solamente obra de asistencia, ella debía ser honrada. Cristo la había escogido, indicado sus ventajas espirituales, y elegido la misericordia para con los pobres cual piedra fundamental en el juicio de las almas.
Una tal doctrina aseguró a priori el respeto por los pequeños y su liberación, como favorecía la abundancia y la prosperidad general.

Acto de oblación:

Ahora me alegro de mis sufrimientos por ustedes:
-así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo… (Col 1, 24)

Padre, junto a tu Hijo, pobre y disponible
nos abandonamos a tu voluntad
para que nos cuentes en el número de tus pobres
y en la felicidad de tu Reino.
Abbá-Padre, danos labios de niños
para invocar con verdad tu Nombre.
Haz manso y humilde nuestro corazón
para que todo aquello
que pueda ser para nosotros una ganancia,
lo consideremos una pérdida
frente al sublime conocimiento de Cristo,
por quien queremos perder todas estas cosas,
considerándolas como basura
a fin de encontrarnos con Él.
Concédenos conocer a Cristo,
la fuerza de su resurrección,
la participación en sus sufrimientos,
con la esperanza de alcanzar la resurrección.
Mantennos en el seguimiento de Cristo,
firmes en Él, como hemos aprendido.
Con un servicio humilde a nuestros hermanos,
queremos llevar el dulce yugo de la Palabra,
para que todos te bendigan,
oh Padre y Señor del cielo y de la tierra,
y a tu Hijo, único salvador. Amén.

Diciembre

7. “Enfurecido… mandó matar a todos los niños de Belén menores de dos años” (Mt 2, 16)


Tantos niños y niñas hoy víctimas inocentes que son asesinados sin merecerlo. Debemos proclamar que “La vida en si misma tiene dignidad desde la concepción hasta la muerte natural y por eso defendemos la Vida sin grises, como viene”. Por lo tanto, “la defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. (EG 101)
Pero también es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto e extrema pobreza. (EG 214)
Corazones heridos que se encuentran en situaciones difíciles. La de las madres que en su angustia toman decisiones muchas veces equivocadas, o forzadas por otra persona. El corazón herido de aquel niño no nacido, rechazado desde sus primeros tiempos de vida en la panza de la mamá.
Defender la Vida, defender las dos vidas, debe ser el compromiso de toda comunidad cristiana.

Padre Dehon, Catecismo social 345-346:
El mundo pagano tenía el culto de la fuerza, no conocía la piedad para con los débiles.
La mujer era mirada como un ser inferior, como un instrumento de placeres groseros.
La joven pagana podía ser vendida o asesinada por su padre. Ella era casada con quien ofrecía un precio más alto y se tornaba propriedad suya y semejante a una esclava. Él podía abandonarla.
La poligamia y el divorcio eran aceptados por las leyes.
El niño no era considerado un ser humano en cuanto no había sido amamantado con leche. Se abandonaba un gran número a la muerte. El abandono de los niños era una costumbre general bajo los emperadores, según decían Suetónio y de Tácito. El padre podía matarlos o venderlos.
-El esclavo no tenía familia. No tenía una esposa más que si su amo lo permitía.
La Iglesia reconstruyó la familia, esto es uno de los más grandes hechos. Ella rodeó a la mujer de respeto.
Que contraste entre la situación humillada de la mujer pagana y el papel tan puro, tan noble y delicado que nuestros modales atribuyen a la mujer y a la madre de familia. He ahí el fruto del cristianismo.
Ya los apologistas notaban el contraste entre la familia cristiana y la familia pagana. «Ustedes se ríen de la simplicidad de los modales y de la pureza de las mujeres y niñas cristianas, decía Tertuliano, pero no es sorprendente, ustedes han hecho de la mujer, incluso en sus misterios religiosos, un compuesto de todos los vicios».
«Nosotros tenemos por homicidas, decía Atenágoras, las mujeres que se hacen abortar, y pensamos que es matar un niño el abandonarlo». (Apologética)

Acto de oblación:

“María sobresale entre los humildes y los pobres del Señor,
-que de Él esperan con confianza y reciben la salvación” (LG 55)

Padre de misericordia,
tu has querido que María, madre de Jesús,
esté asociada íntimamente a la obra de salvación
y esté presente en la Iglesia
con su maternal intercesión.
Concédenos estar disponibles como ella a tu palabra
y a vivir en el servicio a ti y a los pobres,
ensalzando tu misericordia,
que enaltece a los humildes
y colma de bienes a los hambrientos.
En unión a ella, nuestra madre,
te ofrecemos la oración,
el ministerio apostólico y el servicio de caridad,
como culto espiritual
para gloria de tu nombre. Amén.

Enero

8. Tuve hambre y sed… era forastero (Mt 25, 35)

Existen muchos hermanos necesitados que esperan ayuda, muchos oprimidos que esperan justicia, muchos desocupados que esperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto: ¿cómo es posible que, en nuestro tiempo, haya todavía quien se muere de hambre, quién está condenado al analfabetismo; quién carezca de la asistencia médica más elemental; quién no tiene techo donde cobijarse? (CDS 5). Porque queremos ser una Iglesia capaz de ponerse al servicio de su Señor en el hambriento, en el preso, en el sediento, en el desalojado, en el desnudo, en el enfermo. Un servicio que no se identifica con asistencialismo o paternalismo, sino con conversión de corazón.
El problema no está en darle de comer al pobre, vestir al desnudo, acompañar al enfermo, sino en considerar que el pobre, el desnudo, el enfermo, el preso, el desalojado tienen la dignidad para sentarse en nuestras mesas, de sentirse “en casa” entre nosotros, de sentirse familia. Y ese es el signo de que el Reino de los Cielos está entre nosotros. Es el signo de una Iglesia que fue herida por su pecado, misericordia por su Señor y convertida en profética por su vocación (Cfr. Francisco, en Chile, 16 de enero 2018).
El corazón del hombre herido en situación de necesidad debe ser saciado, debe ser reparado … devolviéndole su dignidad. Un corazón que vuelve a vivir.

Padre Dehon, Catecismo social 403:
San Agustín niega que se pueda poseer legítimamente los bienes sin de ellos hacer uso por la caridad (Cartas, libro III, epístola 153).
La Tradición de la Iglesia es constante, Bourdaloue y Bossuet no hablan diferente de los padres de la Iglesia.
«Los ricos, dice Bourdaloue (Sermón sobre la limosna), no son los verdaderos propietarios de sus riquezas. Ellos son los intermediarios, los ministros de la caridad divina, y los pobres son los destinatarios de Dios».
«Los pobres, dice Bossuet (sermón sobre la eminente dignidad de los pobres) son los verdaderos hijos de la Iglesia, donde los ricos son extranjeros. Pero el servicio de los pobres naturaliza a los ricos y les sirve para expurgar el contagio que contraen con las riquezas»

Acto de oblación:

“Cristo nos llama a vivir
nuestra vocación reparadora
-como un estímulo de nuestro apostolado” (Cst. 23)

Señor Jesús,
nos unimos a ti para cumplir la voluntad del Padre,
allí donde se manifieste:
en las necesidades de nuestros hermanos,
en el llamado de su debilidad a nuestra indulgencia,
en el llamado de su bondad a nuestra gratitud,
en su petición de ayuda y comprensión,
en el trabajo a realizar y en los sufrimientos a padecer.
Nos unimos a tu oblación reparadora,
conscientes de que la voluntad del Padre prepara nuestra redención
y espera que colaboremos en la salvación del mundo. Amén.

Febrero

9. “Y traían a Él todos los que estaban enfermos…” (Mt 4,24)

La compasión de Cristo hacia los enfermos y sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase son un signo maravilloso de que “Dios ha visitado a su pueblo” (Lc 7,16) y de que el Reino de Dios está muy cerca. Jesús no tiene solamente poder para curar, sino también para perdonar los pecados. Su compasión hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos. Por su pasión y muerte en la Cruz, Cristo dio un sentido nuevo al sufrimiento: desde entonces nos configura con él y nos une a su pasión redentora (CIC 1505).
Un corazón que encuentra la paz en medio de la angustia. Un corazón que encuentra un sentido para la fragilidad, el dolor, y la angustia que muchas veces viven nuestros enfermos. Descubrir en la Cruz de Cristo nuestro sentido en el sufrimiento es la esperanza que nos debe mover a ir al encuentro de todos los enfermos de nuestra comunidad. Por eso como provincia, en la asamblea 2018, nos planteamos juntos dedicar un tiempo concreto a la visita de nuestros enfermos, en las parroquias, en nuestras comunidades, porque es el corazón de todo enfermo que necesita una palabra de aliento, de paz y de consuelo.

Padre Dehon, Catecismo social 341:
Mientras que el más humano de los filósofos de la antigüedad escribía que «es la marca de un espíritu débil, el mostrarse tierno con los males de los otros y compartirlos», el cristiano consideraba como el más importante de sus deberes el de tener compasión delante de estos males y aliviarlos. El mismo filósofo declaraba que «el sabio no puede ser susceptible a la compasión; y que su alma goza de una serenidad tranquila que ninguna nube puede perturbar» (Séneca: Sobre la clemencia, libro II). A esta vergonzosa admisión del paganismo, la religión cristiana respondía por la conducta opuesta. Ella, desde los comienzos, proveerá a todas las miserias, como nos hacía ver Tertuliano.
Desde que ella es libre, organiza sus obras con el concurso del poder. Se requiere un nuevo léxico, que se necesita crear, para denominar todas las obras citadas e impulsadas por las leyes justinianas en favor de los huérfanos, de los enfermos, de los viajeros, de los ancianos, de las viudas, etc., etc. Y es sabido que siempre la Iglesia estuvo animada del mismo espíritu y que siempre produjo las mismas obras. La Iglesia ha unido para siempre las diversas clases sociales en la caridad cristiana.

Acto de oblación:

Por nuestra manera de ser y obrar
debemos dar a entender eficazmente
-que es el Reino de Dios y su justicia
lo que ante todo debe buscarse (Cst. 38)

Te bendecimos, Padre Santo;
tu nos llamas en Cristo a la comunión contigo
y nos haces partícipes de tu obra de salvación.
Te ofrecemos nuestra vida
para que en tu Hijo se convierta
en sacrificio que lava el pecado del mundo.
Acoge nuestra pobreza
que, unida a la de los hermanos,
pide la plenitud de tu misericordia.
Transfórmanos con la fuerza del Espíritu
y haz que seamos hombres de justicia y de paz,
para que todos crean en tu amor
y alcancen la plenitud de tu Reino. Amén.

Marzo

10. “Después de hacerle azotar, le entregó para que fuera crucificado” (Mt 27,26)

El abuso de las personas débiles por personas más poderosas es un pecado que clama al cielo, reclamando justicia para los más débiles e inocentes. Toda clase de abuso: de poder, sexual, físico, psicológico debe ser condenado. Tantas personas que no tienen la posibilidad de defenderse por encontrase en situaciones que las tiene prisioneras. Y podemos constatar el dolor y el corazón herido de las mujeres víctimas de violencia y abusos, niños golpeados, abusados y esclavizados, enfermos y ancianos abandonados y maltratados.
Tantas personas que sufren en el corazón la herida del desprecio, de la humillación. Hombres y mujeres, de todas las edades que les han robado la esperanza de vivir plenamente, como seres humanos libres. Pero también corazones duros, amargados, que necesitan sentirse poderosos, a través de muchas artimañas para poder sentirse superiores a los demás, podríamos decir corazones enfermos.

Padre Dehon, Catecismo social 17:
El hombre debe encontrar el pan cotidiano para él y para los suyos. Él tiene derecho al respeto por su dignidad, a una parte suficiente en la instrucción y en la libertad, a una gran facultad de rezar y de servir a Dios.
La sociedad no puede dejar violentar estos derechos, ni permitir que los mismos sean oprimidos por otros. Ella tiene la misión de proteger el hombre en su dignidad y en sus derechos, no la de esclavizarlo.

Acto de oblación:

Los exhorto hermanos, por la misericordia de Dios,
a que presenten sus cuerpos
-como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios (Rom 12, 1)

Te bendecimos, Padre, en unión a Jesús, tu Hijo,
elevado en la cruz para nuestra salvación.
De su Costado abierto recibimos el don del Espíritu,
que nos purifica del pecado y nos renueva en la caridad.
Haz que estemos disponibles para seguir a Jesús
en su oblación por la salvación del mundo.
Te ofrecemos este día, don de tu amor y tiempo de salvación.
Recibe las fatigas y las esperanzas de la Iglesia,
las alegrías y los dolores de toda la humanidad.
Que nuestra vida, ofrecida con Cristo, se convierta en servicio sacerdotal
para la llegada de tu Reino. Amén.

Abril

11. “Dios es testigo de que los quiero tiernamente a todos en el corazón de Cristo Jesús” (Fil 1,8)

Dehonianos con un corazón misericordioso. Como hijos del Padre Dehon, no debemos ser indiferentes a las personas con el «corazón herido».
Para asumir plenamente lo humano, tenemos necesidad de beber del «corazón herido» de Cristo para unirnos al hombre con corazón herido y contribuir a hacer ligero su yugo; en otras palabras, a darle reposo.
El amor de Cristo era reparador, es decir dado a Dios en el nombre de una humanidad que no podía hacerlo, para ponerla en disposición de, a su vez, en él, poder regresar a la comunión con el Padre y con los hermanos.
Desde esta perspectiva podemos comprender la vocación reparadora. Reparar es contribuir a establecer en el mundo el reino de la justicia y de la caridad cristiana, es determinar, según el tiempo y el lugar, los compromisos concretos que, en la Iglesia local, corresponden a estas orientaciones apostólicas.
Reparar es buscar con las Iglesias locales las modalidades de nuestra inserción en la misión eclesial que nos permiten desarrollar las riquezas de nuestra vocación. Es compartir el tormento del mundo de hoy en su esfuerzo de liberación: liberación de todo lo que hiere la dignidad del hombre y amenaza la realización de sus aspiraciones más profundas: la verdad, la justicia, el amor, la libertad. Hay una disponibilidad que nos hace siervos no de la lógica de la misericordia,sino de la actualidad de la misericordia. Nos merecemos el apelativo de «bienaventurados» haciéndonos pobres, y conquistamos para nosotros en el campo lo de «benditos», amando y sirviendo a los pobres.

Como podemos destacar en nuestras Constituciones, nuestra espiritualidad tiene dos conceptos que nos llevan a seguir a Cristo para aliviar el sufrimiento de los afligidos: amor y reparación:

«De sus religiosos, el Padre Dehon esperan que sean profetas del amor y servidores de la reconciliación de los hombres y del mundo en Cristo (2Cor 5,18). Comprometidos así con Él, para remediar el pecado y la falta de amor en la Iglesia y en el mundo, le rendirán, con toda la vida, con las oraciones, las fatigas, los sufrimientos y las alegrías, el culto de amor y de reparación que su Corazón desea (cf. NQ XXV, 5)».

Padre Dehon, La educación y la enseñanza 13:
La irreligión ha hecho arma de todo. Ya no es más solamente la historia que "está en conspiración flagrante contra la verdad", sino que se ha servido además, para combatirla, de la filosofía, de todas las ciencias exactas, de la literatura, de la poesía, e incluso el libro de texto elemental de nuestras humildes escuelas rurales. Por lo tanto, es necesario seguir la incredulidad en su terreno: todas las ciencias han sido, en sus manos, armas contra la religión; se debe demostrar que todas son las auxiliares de la verdad y de la religión. Este es el secreto de su verdadera grandeza. Será una reparación. Así se realizará, en la esfera de las cosas del espíritu, la gran palabra de San Pablo, que debemos renovar y reparar todo en Cristo [Ef. 1, 10]. Tales son, en nuestra opinión, los sentimientos que deben animar a un maestro cristiano; es la conciencia de estos deberes austeros y sublimes lo que hace que la educación parezca un sacerdocio y eleva la enseñanza al nivel de una vocación.

Acto de oblación:

El Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir
-y dar la vida su vida en rescate por la multitud (Mc 10, 45)

Padre, tú has aceptado
la entrega de tu Hijo Jesús,
levantado en la cruz para la redención del mundo.
Danos la gracia de la purificación
por el agua y la sangre
que brotaron de su corazón.
Consepultados en Cristo por el bautismo
y resucitados con Él de entre los muertos
queremos caminar en una vida nueva.
Ayúdanos a dar muerte al mal
que aún se arraiga en nosotros,
al egoísmo
y al miedo de entregarnos totalmente a ti.
Líbranos de nosotros mismos
para que, como hostias vivas,
podamos servirte con libertad de espíritu.
Amén.

Mayo

12. Dehonianos con un corazón herido

No somos superhéroes que, desde la altura, bajan a encontrarse con los “mortales”. Más bien somos enviados con la conciencia de ser hombres perdonados. Y esa es la fuente de nuestra alegría. Somos consagrados, pastores al estilo de Jesús herido, muerto y resucitado. El consagrado es quien encuentra en sus heridas los signos de la Resurrección. Es quien puede ver en las heridas del mundo la fuerza de la Resurrección. Es quien, al estilo de Jesús, no va a encontrar a sus hermanos con el reproche y la condena.
Jesucristo no se presenta a los suyos sin llagas; precisamente desde sus llagas es donde Tomás puede confesar la fe. Estamos invitados a no disimular o esconder nuestras llagas. Una Iglesia con llagas es capaz de comprender las llagas del mundo de hoy y hacerla suyas, sufrirlas, acompañarlas y buscar sanarlas. Una Iglesia con llagas no se pone en el centro, no se cree perfecta, sino que pone allí al único que puede sanar las heridas y tiene un nombre: Jesucristo. (Francisco en Chile, Santiago de Chile, 16 de enero 2018)

Padre Dehon, En las Asambleas de las obras obreras católicas, 177:
Para explicarles la génesis del mal social, que tiene su principio en el individualismo creado por la Revolución y que fue a golpear a las deducciones anárquicas, nosotros teníamos la ventaja de poseer entre nosotros aquel que se puede pensar mentor de la Obra de los Círculos, aquel que, desde hace 25 años, con el concurso de esta gran obra, estudia las llagas de la sociedad y hace remontar a sus causas para encontrar soluciones que no sean más que simples paliativos.
¿Quién mejor nos podía pintar el mal social actual que un misionero diocesano, que vio de cerca la ciudad y el campo, y que las circunstancias contribuyeron igualmente a tomar consciencia de los sufrimientos del mundo industrial y del mundo agrícola?

Acto de oblación:

Acogemos a Aquel que nos hace vivir juntos,
que nos consagra a Dios,
-y nos envía sin cesar por los caminos del mundo. (Cst. 82)

Padre nuestro que estás en el cielo,
te adoramos y te agradecemos,
porque en Cristo Jesús nos revelaste tu amor
y nos llamaste a ser tus hijos.
Su Corazón abierto, manantial de agua y sangre,
es el signo del amor que nos perdona los pecados,
es la fuente de agua viva que nos quita la sed.
Con Cristo, te ofrecemos toda nuestra vida
para que venga tu Reino.
Por el don del Espíritu
a ti nos consagramos como sacerdotes de tu amor.
Padre Santo, afiánzanos en la unidad,
dirige nuestros corazones al cumplimiento de tu voluntad
para que seamos siempre un sacrificio de alabanza. Amén.

Junio I

13. Con un Corazón herido «Jesús rompió a llorar» (Jn 11,35)

No obstante tanto sufrimiento, en Jesús encontramos un corazón misericordioso, que mira la miseria de los hombres. No es indiferente, Él es compasivo. Mide el peso de los sufrimientos que soportan y comprende su desesperación.
Al asumir la condición de los hombres saboreó toda su miseria y «se ha hecho obediente hasta la muerte y muerte de cruz» (Fil 2,8). Aceptando su pasión y su muerte, se hizo solidario con la humanidad sufriente. Es su corazón desbordante de amor por ella que lo llevó a esta aceptación. Jesús no es solo compasivo, sino que quiere curar los sufrimientos de los hombres. Continúa diciendo a los hombres que son víctimas de la exclusión, de la miseria y del futuro oscuro:
«Vengan a mí, ustedes que están cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán alivio para sus almas. Mi yugo es suave y mi carga ligera» (Mt 11,28-30).
El yugo alivia el peso porque promueve la unión de las fuerzas o el compartir el dolor. Jesús llama a los que sufren a tomar su yugo, porque quiere ser solidario con su sufrimiento ayudándoles a llevar su peso. Su yugo es la humildad y la dulzura del corazón. Ser humildes significa llevar un yugo que crucifica el orgullo, el egoísmo, la búsqueda de gustos excesivos que degradan al hombre.
Es con dulzura que Cristo abre los corazones endurecidos por el pecado. Lo demostró con la Samaritana encerrada en prejuicios tribales, culturales y religiosos (Jn 4,5-30), con Marta preocupada por las agitaciones, acusando a su hermana María de indiferencia (Lc 10,38-42), con un doctor de la ley que quería demostrarle que sabía (Lc 10,25-37), con Zaqueo endurecido en el pecado (Lc 19,1-10), con la mujer adúltera que no esperaba salir viva de las garras de sus acusadores (Jn 8,1-11)... Estos textos nos muestran que el corazón de Jesús es el verdadero refugio de pecadores y despreciados.
Todos los destinatarios de esta acogida cumplen opciones radicales de conversión. La Samaritana se hace misionera de Cristo por su pueblo, tras haber rechazado los prejuicios tribales, culturales y cultuales que endurecen su corazón y la hacían reacia a dialogar con Cristo. María reencuentra la paz del corazón cuando el Señor la defiende de las agitaciones de su hermana Marta. El doctor de la ley, mientras escucha la historia del buen samaritano, obtiene beneficio del ánimo y por el consejo de Cristo, que lo invita a tener siempre un corazón abierto hacia cada hombre necesitado, sea cual sea su condición y su pertenencia tribal. Zaqueo es aquel que se beneficia mayormente de los dones del Corazón de Cristo y muestra que aquel al que se perdona más, se abre también (Lc 7,43).

El encuentro con quien está en dificultad permite descubrir la fuerza de la intimidad. El consuelo no es un hecho de masas, sino que se vive en la proximidad. Necesita discreción, de la proximidad afectiva y coloquial de lo humano. Proximidad alegremente compartida de todas las cosas profundas e indefensas del hombre. Las que toman el alma por el cuello. La intimidad es el lugar, material y espiritual, que viene espontáneamente buscado en el momento del retorno tras las largas distancias y separaciones. Es el tiempo en el que hacemos reentrar las partes humanas de las relaciones con nuestros semejantes.

Padre Dehon, Manual social cristiano 378-379:
DE LA VISITA ANUAL DE LA PARROQUIA POR SU PASTOR
No se trata de una asociación, sino de una obra personal, tan antigua como el apostolado, y prescrita por los cánones de la Iglesia.
Tiene su sitio en este manual, porque es el medio ordinario y natural de preparar las asociaciones.
“El buen pastor conoce a sus ovejas” [ver Jn 10, 14]. Esta es la regla dada por el Pastor supremo en el Evangelio.
Si el pastor no conoce a sus ovejas, ¿Cómo las amará? ¿Cómo tendrá cuidado de ellas?
¿Y cómo las conocerá, si él no las visita?
La visita anual de la parroquia ha sido considerada por la Iglesia como obligatoria. Muchos Concilios particulares la han prescrito. Es, por otra parte, el único medio para tener regularmente el “Libro de las almas”. Ahora bien, este “Libro de las almas” esta puesto en el Ritual romano en pie de igualdad con los libros de bautismos, de matrimonios, de bodas y de defunciones. Debe conservarse en cada parroquia.
Los sacerdotes que todos consideramos como modelos, el P. Holzhauser, el señor Vuarin de Ginebra, y otros guardaban este “Libro de las almas” con un cuidado extremo.
Los estatutos de ciertas diócesis exigen, solamente, que se haga la visita, al menos cada dos o tres años. Ésta, es sin duda una concesión basada en el pequeño número de sacerdotes y en su abundante tarea.

Acto de oblación:

Cooperemos espiritualmente para que la edificación de la ciudad terrena
se funde siempre en el Señor y se dirija a Él,
-no sea que trabajemos en vano los que la edificamos. (cf. LG 46)

Oh Jesús, sacerdote misericordioso,
que al entrar en el mundo te ofreciste al Padre
diciendo: “Aquí estoy para hacer tu voluntad”,
refuerza en nosotros
esta disposición que animó tu corazón de Hijo.
A tu obediencia de amor unimos nuestra obediencia.
Acepta nuestra vida que deseamos ofrecerte
hasta el sacrificio total de nosotros mismos.
Que tu Espíritu
nos disponga a estar atentos a tu voluntad
en cualquier circunstancia de la vida,
y tu gracia nos mueva a una fraterna donación
para que venga tu Reino de amor. Amén.