P. ¿Quién dijo el Padre Nuestro?
R. Jesucristo.
P. ¿Para qué?
R. Para enseñarnos a orar.
P. ¿Qué es orar?
R. Es levantar el corazón a Dios y pedirle gracias.
P. ¿De cuántas maneras es la oración?
R. De dos: mental y vocal.
P. ¿Cuál es la mental?
R. Es la que hace intervenir las potencias del alma.
P. ¿Qué es nuestra alma?
R. Es un espíritu inmortal creado por Dios de la nada a su imagen y semejanza.
P. ¿Cuántas son las potencias del alma?
R. Las potencias del alma son tres: memoria, entendimiento y voluntad.
P. ¿Para qué nos dio Dios la memoria?
R. Para acordarnos de Él y de sus beneficios.
P. ¿Para qué nos dio el entendimiento?
R. Para conocer a Nuestro Señor y pensar en Él.
P. ¿Para qué nos dio la voluntad?
R. Para que le amemos como a suma bondad, y al prójimo por Él.
P. ¿Cómo haremos entonces la oración mental?
R. Acordándonos con la memoria de alguna cosa buena, pensando y reflexionando con el entendimiento sobre ella, y haciendo con la voluntad varios actos, como de dolor de los pecados, o varias resoluciones, como de confesarnos, o de mudar de vida. Habitualmente se hace con la ayuda de las sagradas Escrituras, especialmente el Evangelio, las imágenes sagradas, los textos litúrgicos del día o del tiempo, escritos de los Padres espirituales, obras de espiritualidad
P. ¿Cuál es la vocal?
R. Es la que se hace con palabras exteriores, p.ej. la que hacemos cuando rezamos el Padre Nuestro.
P. Necesita Dios de nuestras oraciones para favorecernos?
R. No; pero quiere que acudamos a Él por la oración.
P. ¿Por qué, a veces, no nos concede lo que le pedimos?
R. Porque no nos conviene, o porque lo pedimos mal.
P. ¿Y cómo se ha de orar?
R. Con atención, humildad, confianza y perseverancia.
P. ¿Cuándo decimos el Padre Nuestro, con quién hablamos?
R. Con Dios Nuestro Señor.
P. ¿Dónde está Dios Nuestro Señor?
R. En todo lugar, especialmente en los cielos y en el Santísimo Sacramento del Altar.
P. ¿Según esto, en todo lugar debemos estar con modestia y recato?
R. Sí, porque en todo lugar estamos en presencia de Dios.
P. ¿Y Cristo en cuanto hombre, en dónde está?
R. Solamente en el Cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.
P. ¿Cuál de las oraciones es la mejor?
R. El Padre Nuestro.
P. ¿Por qué?
R. Porque lo dijo Cristo por su boca, a petición de los Apóstoles.
P. ¿Por qué más?
R. Porque tiene siete peticiones fundadas en toda caridad, que abarcan todas nuestras necesidades espirituales y corporales.
P. ¿Cuáles son?
R. La Primera es: «Santificado sea tu Nombre»
P. Qué pedimos en esa petición?
R. Que el Nombre de Dios sea conocido y bendecido en todo el mundo.
P. ¿Cuál es la segunda?
R. Venga a nosotros tu Reino.
P. ¿Qué pedimos en esa petición?
R. La venida final del Reino de Dios, mediante el retorno de Cristo en la gloria y también que el Reino de Dios crezca aquí ya desde ahora, gracias a la santificación de los hombres en el Espíritu y al compromiso de éstos al servicio de la justicia y de la paz, según las Bienaventuranzas
P. ¿Cuál es la tercera?
R. «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo»
P. ¿Qué pedimos en esa petición?
R. Pedimos a Dios Padre que su benevolente designio se realice plenamente sobre la tierra, como se ha realizado en el cielo.
P. ¿Cuál es la cuarta?
R. «Danos hoy nuestro pan de cada día»
P. ¿Qué pedimos en esa petición?
R. Que nos de Dios el alimento conveniente para el cuerpo, y el espiritual de la gracia y los Sacramentos para el alma.
P. ¿Cuál es la quinta?
R. «Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden»
P. ¿Qué pedimos en esa petición?
R. Que nos perdone Dios nuestros pecados así como nosotros hemos perdonado a los que nos han agraviado y hecho mal.
P. ¿Cómo es posible el perdón?
R. El corazón que se entrega al Espíritu Santo puede, a ejemplo de Cristo, amar hasta el extremo de la caridad, cambiar la herida en compasión, transformar la ofensa en intercesión.
P. ¿Cuál es la sexta?
R. «No nos dejes caer en la tentación»
P. ¿Qué pedimos en esa petición?
R. Pedimos discernimiento y fuerza para no consentir en la tentación con que el Tentador procura hacernos caer en el pecado.
P. ¿Cuál es la séptima?
R. «Líbranos del mal»
P. ¿Qué pedimos en esa petición?
R. Que la familia humana sea liberada de Satanás y de sus obras.
P. ¿Por qué decimos primero: Padre Nuestro, que estás en los cielos?
R. Para orar con todos los hombres y en favor de la humanidad entera, a fin de que todos conozcan al único y verdadero Dios y se reúnan en la unidad.
P. ¿Qué quiere decir aquella palabra Amén, que dices al final?
R. Así sea.
P. ¿Qué oraciones dices principalmente a Nuestra Señora?
R. El Dios te salve María y El Salve.
P. ¿Quién dijo el Dios te salve María?
R. El arcángel San Gabriel, cuando vino a saludar a nuestra Señora la Virgen María.
P. ¿Quién dijo la Salve?
R. La Santa Madre Iglesia la tiene recibida.
P. ¿Para qué?
R. Para pedir favor a Nuestra señora.
P. Cuando decís el Dios te salve María, o la Salve, ¿con quién hablas?
R. Con nuestra Señora la Virgen María.
P. ¿Quién es nuestra Señora la Virgen María?
R. Es la Madre de Dios y está en el cielo.
P. ¿Y la que está en el altar quién es?
R. Es una imagen y semejanza de la que está en el cielo.
P. ¿Para que está allí?
R. Para que por ella nos acordemos de la que está en el cielo y, por ser su imagen le hagamos reverencia.
P. ¿Qué entiendes cuando dices Ntra. Señora. del Carmen, o del Rosario, o la Inmaculada Concepción, etc.?
R. Diversas advocaciones o títulos con que es invocada la misma Santísima Virgen María.
P. ¿Debemos hacer también reverencia a las imágenes de los demás santos y sus reliquias?
R. Sí; a las imágenes, porque representan a los santos que reinan con Dios en el cielo; y a sus reliquias, porque sus cuerpos han sido templos vivos de Dios y con ellos le glorificaron en la tierra.
P. ¿A quién se dirige el culto que damos a la Virgen, a los ángeles y a los santos?
R. A Dios, por medio de ellos.
P. Entonces, ¿hemos de hacer también oración a los ángeles y a los santos?
R. Sí; como a nuestros medianeros.
P. ¿No es Jesucristo nuestro mediador?
R. Sí; Jesucristo es el mediador por excelencia entre Dios y los hombres; pero quiere que nos valgamos también de la Virgen María, de los ángeles y de los santos, para así honrarlos y ser honrado en ellos.
P. ¿A qué ángel debe dirigirse especialmente cada uno?
R. Al ángel de su guarda, pues cada uno de los hombres tiene el suyo y conviene tenerle devoción y encomendarse a él cada día.