7 días por las vocaciones religiosas


Día 1: Plantéate la vocación

¡Cuántas veces la elección generosa de un servicio más elevado arrancó a los que siguen a Jesús de la mediocridad y, el mismo tiempo, de muchas caídas! Por eso es de fundamental importancia que te plantees esta pregunta: “¿Tengo vocación?” Una pregunta de consecuencias incalculables. 

Un joven cualquiera, despierto, inteligente que se casaría de buena gana, que ve que varias chicas le están gustando... pero que también ve, impresionado, la falta de obreros para evangelizar y por el gran número de ovejas que se pierden por falta de pastores (ver Ez 34,5-6; Mc 6,34 y Mt 9,36-38), entrevé las consecuencias que tendría para la salvación de las personas si consagrara toda su vida al servicio de Dios y renunciara a las lícitas alegrías del matrimonio…

Hay varones y mujeres que jamás habían pensado en esto hasta que un día, planteándose la pregunta, empezaron a llevar una vida totalmente diferente que los condujo a la santidad; más aún, se convirtieron en instrumentos de salvación en manos de Dios para millones de personas: San Pablo, San Francisco Javier, San Alfonso María de Ligorio, etc.

Oración para los 7 días

Señor Jesús, que has llamado a quien has querido, llama a muchos de nosotros a trabajar por ti, a trabajar contigo. Tú que has iluminado con tu Palabra a los que has llamado, ilumínanos con el don de la fe en ti. Tú que los has sostenido en las dificultades, ayúdanos a vencer nuestras dificultades de jóvenes de hoy, y si llamas a alguno de nosotros, para consagrarlo todo a ti, que tu amor aliente esta vocación desde el comienzo y la haga crecer y perseverar hasta el fin.

Sagrado Corazón de Jesús, ruega por nosotros.

María, madre de las vocaciones, ruega por nosotros.

Día 2 - 1ra señal:  Comprender la vocación

“No todos comprenden esta palabra, sino sólo aquellos a quienes le ha sido dado” (Mateo 19, 11). No se trata de saber si, en teoría, la vocación religiosa es más alta que el camino laical; sino de saber si tu, en la práctica, con tus cualidades concretas, servirás mejor al Señor en la vida religiosa. 

El primer paso para descubrir la vocación sacerdotal o a cualquier forma de vida religiosa es escuchar convenientemente el llamado de Dios. El mejor medio para ello es la oración fervorosa, y recibir dignamente los sacramentos, cosa que implica un estado habitual de gracia o amistad con Dios. De este modo, el joven (o no tan joven) se dispone a oír el llamado divino, pues Dios sólo habla a los que están dispuestos a escuchar y a actuar. 

Sin embargo, este llamado divino no se manifiesta principalmente mediante emociones fuertes ni sentimientos intensos. Tales consuelos sensibles a veces ayudan a reconocer que se tiene vocación, pero no indican un llamado al sacerdocio. Una verdadera vocación se expresa mediante un deseo firme, determinado y constante de servir a Dios sacrificándose a sí mismo por el bien de los demás. Este deseo desinteresado fue la motivación principal de Cristo mientras vivió en la Tierra, y lo mismo debe ser para todos los futuros sacerdotes.

Si lo comprendes, ya tienes una primera señal de la llamada de Dios.

Oración: Como el día 1

Día 3 - 2da señal: Tener las disposiciones requeridas

Un mínimo de capacidad intelectual, si en la congregación hay que realizar estudios; un mínimo de salud, si la congregación es misionera, etc.; y para toda vocación: tener sentido común.

El aspirante a sacerdote, además de la piadosa intención de consagrarse al servicio de Dios y a la salvación de sus hermanos, debe igualmente demostrar una capacidad académica, disciplina moral, salud psicológica, sentido común y madurez intelectual.

Oración: Como el día 1

Día 4 - 3ra señal: No tener impedimentos

En medicina una "contraindicación" es  cualquier factor que se considera un motivo para que una persona no reciba un tratamiento o procedimiento particular porque quizás sean dañinos. Por ejemplo, tener un trastorno que produce sangrado es una contraindicación para tomar aspirina porque el tratamiento con aspirina a veces causa un sangrado excesivo. 

Del mismo modo, hay “impedimentos” para una vocación. Algunas son de derecho natural, otras vienen impuestas por el Derecho Canónico; por ejemplo: un joven, único sostén de una familia pobre, o un hombre que tiene deudas o causas judiciales, no puede entrar en el noviciado sin haber solucionado previamente estos problemas... Lo mismo quienes padecen amencia, enfermedad psíquica incapacitante, alcoholismo, celiaquía o han incurrido en homicidio voluntario o procurado el aborto o cooperado positivamente, se mutilaron a sí mismos o a otro, o han intentado suicidarse (por lo menos para ciertas vocaciones); asimismo, cuando un joven tiene ciertos vicios o adicciones de los cuales es muy difícil que consiga corregirse, etc.

Oración: Como el día 1

Día 5 - 4ta señal: Intención de castidad, pobreza y obediencia

“Mejor no hacer voto, que hacerlo y no cumplirlo” (Eclesiástico 5, 4). Si no tienes la intención de guardar castidad, pobreza u obediencia, no debes comprometerte en la vida religiosa. Si eres un joven que peca habitualmente contra la castidad, no debes seguir adelante sin haber demostrado dominar esa sensualidad durante largo tiempo: “Una larga castidad, dice San Bernardo, es una segunda virginidad”.

Pero si tienes una inclinación hacia la pasión carnal sin pecar gravemente contra la castidad no es un obstáculo a la vocación (salvo un temperamento excepcionalmente corrompido). San Alfonso se enojaba cuando se objetaba, contra la vocación, la concupiscencia de la carne: “¿Pero crees acaso —decía— que la carne no te tentará en el matrimonio? Tendrás allí más ocasiones de pecados internos y externos… En la vida religiosa tendrás muchas menos ocasiones de pecado, y muchos más auxilios. Sería un pecado contra la esperanza creer que con todos estos auxilios que da la regla, no se puede resistir a los demonios”. 

En la vida religiosa el que observa la modestia de los ojos y de los demás sentidos, el que tiene en cuenta la regla a observar en las relaciones con el mundo exterior, el que huye de las ocasiones de pecado, el que reza y se confía a María Santísima, que practica un poco de mortificación, que se abre filialmente a su director espiritual respecto de sus faltas y tentaciones, que contraataca (con oración y penitencia) apenas el tentador se le aproxima, ese tal practicará fácilmente la castidad perfecta. Es una de las gracias y de alegrías más puras de la vida religiosa.

Oración: Como el día 1

Día 6 - 5ta señal: Un Obispo o una Congregación que te acepte

Una vez que un candidato reconoce que tiene este deseo persistente, debe consultar con un sacerdote y tratar de entrar a una casa de formación o seminario. Esta es la señal oficial del llamado de Dios. Si no encuentras ningún Obispo ni Congregación que te acepte, quedate en paz. Es señal que Dios no te llama. Sin embargo, ten cuidado de no juzgar la cosa precipitadamente o sin la debida reflexión. Puede ser que no te convenga una congregación, pero encajes perfectamente bien en otra. Del mismo modo, quien juzgue a primera vista que no tienes vocación puede equivocarse. Es legítimo que insistas y pruebes en otro lugar si reúnes las 4 señales anteriores.

No es necesario que conozcas todas las congregaciones para poder decidirte, igual que no es necesario que conozcas a todas las mujeres del mundo para casarte… Dios nos guía… Si Él te llama, te hará conocer la Congregación en que te quiere… o si te quiere en el clero diocesano.

En sí, todas las Congregaciones aprobadas por la Iglesia pueden llevar a la perfección religiosa. Sin embargo, puedes escoger la que mejor se adapta a tus aspiraciones o a tu debilidad, o que responde a una necesidad más urgente.

El deber de discernir el llamado de un candidato recae principalmente en el formador o rector del seminario y en el director espiritual del candidato, ya que Dios, mediante su nombramiento, ha designado a tales personas especialmente para esta tarea difícil e importante. Mientras el aspirante a sacerdote sea honesto y sincero en sus acciones y palabras, la verdadera naturaleza de su vocación seguramente se verá con claridad.

Oración: Como el día 1

Día 7: Obra en consecuencia

Si has reunido las 5 señales puedes considerar como dirigidas a ti mismo las palabras del divino Maestro: “¡Si quieres, vende todos tus bienes, dáselos a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; y luego ven y sígueme…!”

Santo Tomás dice que hacen falta más razones para no hacerse religioso que para hacerse religioso (ST II-II, 189, 10). Repite varias veces: “Sobre todo, no vayas a buscar consejo en aquellos que puedan impedírtelo”, y cita estas palabras de San Jerónimo: “Así que apresúrate, y si te encuentras en medio de las olas, corta la soga en vez de perder el tiempo en desatarla”.

Así pues, una vez que hayas resuelto la cuestión de la vocación delante de Dios, deja de consultar aquí y allá y de dudar… Esta es una treta clásica del demonio para enredar y desalentar a gran número de jóvenes.

Los padres no tienen derecho a impedir que un hijo se entregue a Dios, ni siquiera a exigirle un tiempo de espera demasiado largo (por ejemplo, a que haya terminado sus estudios o tenga una buena posición económica…). Esto es un abuso... El joven que, llamado por Nuestro Señor, le pidió la demora necesaria para enterrar a su padre y a su madre antes de seguirle, no volvió (ver Mateo 8, 21-22).

Si sientes el llamado no hagas esperar a Dios, sino entrégate generosamente a Cristo, apenas se te haya clarificado el tema de la vocación, y pasa a su realización en cuanto puedas. No hay que hacer esperar a Nuestro Señor. ¡Así que decídete! Y no dudes más. 

Obra en consecuencia. Si quieres…! Comprende la gracia, comprende el honor que se te ofrece: “No me han elegido ustedes a Mí, sino que Yo los elegí a ustedes, y los he puesto para que vayan, y lleven fruto, y su fruto permanezca” (Juan 15, 16).

Oración: Como el día 1