Las personas que se identifican como LGBT o de género no conforme deben ser atendidas por una pastoral católica que muestre caridad, sensibilidad, comprensión y un acompañamiento genuino a la luz de la revelación y la enseñanza de la Iglesia.
Al igual que todos los discípulos, usted y yo estamos llamados a un viaje de por vida de volvernos hacia el Señor, buscando conocerlo y amarlo más y más profundamente cada día.
El punto de partida para el viaje cristiano no es una decisión que tomamos o algo que elegimos, sino el llamado de Dios porque “Dios nos amó primero”. Y enfatizar la importancia del bautismo, en el que Dios nos reclama como suyos.
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1. La verdadera identidad
Nos convertimos en una nueva creación y se nos dio una nueva identidad: amadas hijas e hijos del Padre. Este es el núcleo de lo que somos. Esta es nuestra verdadera identidad.
Las personas que pueden identificarse como LGBT son hijas e hijos de Dios, son nuestros hermanos y hermanas en Cristo, son miembros del Cuerpo de Cristo, son nuestros familiares y amigos. Como toda persona humana, fueron creados con el deseo de intimidad con Jesucristo. Como todo discípulo, los LGBT están llamados a un camino de por vida de volverse hacia el Señor, buscando conocerlo y amarlo cada día más profundamente.
2. Para ofrecer acompañamiento y no abogar por cambios en la Iglesia
La pastoral LGBT debe estar formada para ofrecer acompañamiento pastoral en lugar de abogar por cambios en la enseñanza de la Iglesia. La revelación cristiana y la enseñanza de la Iglesia no son un obstáculo para el florecimiento humano, sino una invitación a la vida abundante que Dios promete.
También es esencial para una pastoral LGBT, tener el deseo de caridad, el deseo verdaderamente de acoger y abrazar a las minorías sexuales, escuchar sus historias, caminar con ellas en sus luchas.
No debemos presumir de entender lo que ha pasado o está pasando cada persona. La apertura a la experiencia vivida de los LGBT y el deseo de caminar con ellas es esencial. También reconocemos los sentimientos de dolor y rechazo que muchos LGBT pueden haber sentido por parte de quienes deberían cuidar más profundamente de ellas: familiares, clérigos y miembros de su comunidad parroquial. La respuesta de la Iglesia debe ser siempre la respuesta de Cristo, que es amor.
3. Preguntas esenciales
Hay opiniones de que alguien puede ser católico o ser LGBT. Este punto de vista sugiere que una persona debe rechazar algún aspecto de la enseñanza de la Iglesia o debe rechazar alguna parte de su identidad. Sin embargo, las preguntas principales son diferentes.
¿Cómo ofrecemos acompañamiento pastoral a los LGBT y sus familias de una manera que realmente los acoja y los abrace mientras les enseñamos fielmente la verdad sobre la sexualidad humana que Dios ha revelado en la creación, las Escrituras y la tradición? ¿Cómo ese acompañamiento puede llevar a los LGBT a una relación más profunda con la persona de Jesucristo y su cuerpo, la Iglesia?
4. Llevar a la verdad liberadora sobre la persona humana
Acompañar a los LGBT significa sostener una tensión vivificante de dos elementos: el deseo de acoger a cada persona en relación con Cristo y su cuerpo, la Iglesia y también el deseo de llevar a las personas a la plenitud de vida que brota del conocimiento de la verdad liberadora sobre la persona humana revelada a través de Jesucristo.
Si bien las personas experimentan tensión y dificultad para equilibrar la caridad y la verdad, en Jesús están unidas.
La respuesta de la Iglesia también debe ser siempre de verdad. Esto incluye preguntas sobre el destino de los seres humanos, el significado de la persona humana y el significado de la sexualidad humana y la naturaleza humana encarnada.
5. Para dar cuidado pastoral
Cualquier pastoral LGBT existe para ayudar a las personas en el camino del discipulado de por vida, comenzando con una conciencia de nuestra necesidad del Señor. Esta pastoral debe verse como cuidado pastoral en lugar de justicia social. Criticar cualquier ideología que proponga una respuesta incompleta a los deseos del corazón humano. En última instancia, todas las personas necesitan una apertura a una relación con Cristo que llene el hambre infinita de nuestros corazones.
Reconocemos las luchas de los LGBT y los sentimientos de dolor y rechazo que puedan tener, incluso con la Iglesia y sus ministros. Estas pastorales deben ser un lugar seguro donde las personas tengan la libertad de compartir sus historias y sepan que serán bienvenidos y escuchados sin condenación.
Estas personas tienen diversas experiencias y las pastorales no deben hacer suposiciones sobre las personas. Las personas autoidentificadas como LGBT tienen una variedad de puntos de vista sobre la naturaleza de la atracción hacia el mismo sexo o el género y ellos, sus amigos o familiares pueden estar en diferentes lugares en su propio camino de fe, por lo que las pastorales deben respetar los dones y la experiencia únicos de cada persona.
6. Características esenciales de acompañamiento
Son seis::
• reconocer la realidad de nuestra necesidad;
• mostrar compasión, respeto y sensibilidad;
• caminar juntos a la luz de nuestra vocación;
• tener un tipo diferente de conversación;
• vivir “arraigados en la Iglesia”;
• y la voluntad de “hacer el viaje largo”.
8. Características de los líderes de la pastoral LGBT
También son seis:
• Deben ser discípulos conscientes de su propia necesidad de Cristo y de su llamada a seguirlo cada día más de cerca.
• Deben ser personas de oración, atentas a la voz del Espíritu y fieles a Cristo y a su Iglesia.
• Deben poseer la capacidad de facilitar un tipo diferente de conversación que mantenga en tensión tanto la apertura como la fidelidad, la caridad y la verdad.
• Deben tener una base sólida en la enseñanza de la Iglesia, deben aceptarla verdaderamente y tener la capacidad de transmitirla de manera clara y caritativa.
• Deben estar dispuestos a hacer el trabajo largo y arduo de caminar con otros en este largo viaje.
• Deben reflejar la misericordia paciente de Dios Padre. El camino hacia Jesucristo es a menudo lento y sinuoso y habrá pasos en falso a medida que su trabajo de acompañamiento avance hacia una mayor fidelidad a Cristo.
Ninguno de nosotros, independientemente de su género u orientación sexual, es perfecto tal como somos. Pero nuestro deseo de Dios es más que un mero remedio para el pecado. … La disposición esencial que necesitamos es una apertura para recibir el amor de Dios, escuchar su palabra y responder a su amor.
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