La contemplación habitual de la humanidad de Nuestro Señor facilita su imitación, como facilita su amor. Sus actos fueron todos actos divinos porque él es Dios. Pero los actos producidos en su naturaleza humana presentan un doble carácter. Son divinos porque la persona que los produjo es divina; son humanos porque se han realizado en la naturaleza humana. Fueron realizados en una voluntad humana libre; y sólo desde este punto de vista son imitables. Alcanzar su perfección es imposible para ti, pero acercarte a ellos en la medida de tu debilidad es lo que puedes y lo que debes hacer. Tu vida debe ser una copia de la de Nuestro Señor.
Foto de Arina Krasnikova |
León Dehon,
Le Règne du Cœur de Jésus, décembre 1900, pp. 599-604