Consagración comunitaria a María Madre de la Iglesia



Oh, Deípara Virgen María, augustísima Madre de la Iglesia, te encomendamos toda la Iglesia.

Tú que con suave apelativo eres invocada como “auxilio de los Obispos”, custodia a los sagrados Pastores para cumplir su misión apostólica, y quédate con ellos y con los sacerdotes, los religiosos y los fieles laicos, y con todos los que colaboran con ellos para sostener las arduas fatigas de su ministerio pastoral.

Tú, que por el Divino Salvador, tu Hijo, moribundo en la Cruz, fuiste dada como Madre amadísima al discípulo que él privilegiaba, acuérdate del pueblo cristiano que a Ti se confía.

Acuérdate de todos tus hijos; avala frente a Dios sus plegarias con tu personal prestigio y tu autoridad; conserva íntegra y constante su fe; fortalece su esperanza; enciende su caridad.

Acuérdate de aquellos que están en angustias, en necesidades, en peligros, sobre todo de aquellos que padecen vejaciones y se encuentran detenidos en la cárcel por la fe cristiana. Para ellos, Virgen Madre, implora fortaleza de ánimo y acelera el ansiado día de la justa libertad.

Vuelve tus benignos ojos a nuestros hermanos separados, y dígnate concederles que finalmente nos reunamos como en un tiempo, tú que has engendrado a Cristo, puente y artífice de unión entre Dios y los hombres.

Oh, templo de luz incorrupta y nunca oscurecida, ora a tu Hijo Unigénito, del cual hemos obtenido la reconciliación con el Padre (cfr. Rm 5,11), para que tenga misericordia de nuestros errores, aleje de nosotros todo tipo de desunión e infunda en nuestras almas la alegría de amar a los hermanos.

A Tu Corazón Inmaculado, oh Deípara Virgen, encomendamos todo el género humano; condúcelo a reconocer a Cristo Jesús como único y verdadero Salvador; presérvalo de las calamidades que los pecados atraen y dale la paz, que se funda en la verdad, en la justicia, en la libertad y en el amor.

Concede en fin a toda la Iglesia que pueda cantar un himno solemne de alabanza y de agradecimiento al Dios de la misericordia, un himno de alegría y de exultación, porque grandes cosas ha obrado por medio tuyo el Todopoderoso, oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

(Papa Pablo VI)