¿La ira es siempre mala?

¿Puede ser lícito tener ira?


Dice San Juan Crisóstomo en el comentario a al Evangelio de Mateo: "El que se enfada sin causa, reo será, pero el que lo hace con causa no será reo. Porque si no existiera la ira, ni la doctrina aprovecharía, ni subsistirían los jurados, ni los crímenes serían reprimidos". Luego la ira no siempre es mala. Tener ira conforme a la recta razón es laudable.

Objeciones por las que parece que no puede ser lícito tener ira:

Objeción 1. Al comentar el pasaje de Mt 5,22, "el que se irrita contra el hermano...", escribe San Jerónimo: "En algunos códices se añade «sin causa»; pero en los mejores se quita esa cláusula y queda sola la ira". 

Respuesta: Los Estoicos llamaban a la ira, como a todas las demás pasiones, afectos que no siguen el orden de la razón, y bajo este aspecto decían que tanto la ira como las demás pasiones eran malas. En este sentido toma la ira San Jerónimo, puesto que habla de la ira que nos hace enfadarnos contra el prójimo como buscando su mal. Pero según los peripatéticos, con cuya opinión está más de acuerdo San Agustín en el libro IX de "La Ciudad de Dios", la ira y las demás pasiones del alma son movimientos del apetito sensitivo, sean o no moderados por la razón. Así considerada, la ira no es siempre mala.

Objeción 2. Escribe San Dionisio en el libro IV de "Los Nombres Divinos": "El mal del alma consiste en obrar sin razón. Ahora bien: la ira siempre obra sin razón, ya que, según dice el Filósofo en el libro VII de 'Ética', la ira no oye debidamente a la razón". Y San Gregorio dice en el libro V de "La Moral": "Cuando la ira perturba la tranquilidad de la mente, en cierto modo la corta y la desgarra". Casiano, por su parte, dice en "Las Instituciones Monásticas": "Cualquiera que sea la causa que lo mueve, el movimiento efervescente de la ira ciega los ojos del corazón". 

Respuesta: La ira puede relacionarse de dos modos con la razón. Primeramente, como algo anterior. Bajo este aspecto, aparta de su rectitud a la razón y es un mal. En segundo lugar, como algo posterior, en cuanto que nuestra capacidad sensible se mueve en contra de los vicios opuestos a la razón. Esta ira es buena y es la que se conoce como ira producida por el celo (o cuidado). De ella dice San Gregorio en el libro V  de "La Moral": "Debe procurarse a toda costa que la ira, que es considerada como instrumento de la virtud, no prevalezca sobre la inteligencia y vaya delante como una señora, sino que, como una esclava dispuesta a obedecer, nunca deje de ir detrás de la razón". Esta ira no suprime la rectitud de la razón, aunque supone un pequeño impedimento para la ejecución del juicio de la misma. Por eso dice San Gregorio, en el mismo pasaje, que "la ira por celo turba los ojos de la razón, pero la ira por vicio la ciega". Sin embargo, no va contra la razón de virtud el que se suspenda momentáneamente la deliberación de la razón en la ejecución de lo que la razón había deliberado. También el arte se vería impedido en su acto si, cuando debe obrar, se pusiera a deliberar sobre lo que debe hacerse.

Objeción 3. La ira es el deseo de vengarse, según la Glosa a Levítico 19,17, "no odiarás a tu hermano en tu corazón". Ahora bien: el desear la venganza no parece ser lícito, ya que debe reservarse a Dios, conforme a Deuteronomio 32,35: "Mía es la venganza". 

Respuesta: Desear la venganza para el mal del que debe ser castigado, es ilícito. Pero desear la venganza para la corrección de los vicios y que se conserve el bien de la justicia, es laudable. Y hacia eso puede tender la capacidad sensitiva en cuanto movida por la razón. Ahora bien: el practicar la venganza siguiendo el orden del juicio es obra de Dios, cuyo ministro es la autoridad que castiga, como se dice en Romanos 13,4.

Objeción 4. Es malo todo aquello que nos aparta de la semejanza con Dios. Pero el airarse nos aparta siempre de esa semejanza con Dios, el cual juzga con tranquilidad, según se dice en Sabiduría 12,18. 

Respuesta: Debemos asemejarnos a Dios en cuanto al deseo del bien. Pero no podemos hacerlo en el modo de desearlo, ya que en Dios no hay, como en nosotros, capacidad sensitiva, cuyo movimiento debe obedecer a la razón. Por eso dice San Gregorio, en el libro V de "La Moral", que "la razón se hace más robusta contra el vicio cuando la ira está sujeta al servicio de la razón".

¿Es pecado la ira?

Dice el Apóstol en Efesios 4,31 dice: "Toda indignación e ira aléjenla de ustedes".

Con el nombre de ira designamos propiamente una pasión. Ahora bien: las pasiones de nuestra capacidad sensitiva son buenas en cuanto están reguladas por la razón; si excluyen el orden de esta, son malas. Y este orden de la razón admite una doble consideración. En primer lugar, por razón del objeto deseable al que tiende, que es la venganza. Bajo este aspecto, el desear que se cumpla la venganza conforme a la razón es un deseo de ira laudable, y se llama ira por celo (o cuidado). Pero si se desea el cumplimiento de la venganza por cualquier vía que se oponga a la razón, como sería el desear que sea castigado el que no lo merece, o más de lo que merece, o sin seguir el orden que se debe, o sin atenerse al recto orden, que es el cumplimiento de la justicia y la corrección de la culpa, será un deseo de ira vicioso. En ese caso se llama ira por vicio. En segundo lugar, podemos considerar el orden de la razón para con la ira en cuanto al modo de tener ira: que no se enfurezca inmoderadamente, ni interior ni exteriormente. Si esto no se tiene en cuenta, no habrá ira sin pecado, aun cuando se desee una justa venganza.

¿Es pecado mortal todo movimiento de ira?

Dice la Glosa sobre el salmo 4,5: "aírense y no pequen", que dice: "Es venial la ira que no produce efecto".

El movimiento de la ira puede ser desordenado y pecado bajo un doble aspecto. En primer lugar, por parte de lo deseado: cuando se desea una venganza injusta. En este sentido, la ira es en sí misma pecado mortal, porque contraría a la caridad y a la justicia. Puede suceder, sin embargo, que tal deseo sea pecado venial por imperfección del acto. Esta imperfección se considera bien por parte del que desea, cuando el movimiento de ira es previo al juicio de la razón, bien por parte de lo deseable, cuando el hombre desea con un poco de venganza, lo cual debe considerarse como casi nada, de tal modo que, aun cuando se cumpliera el acto, no sería pecado mortal, como en el caso de dar a un niño un tironcito de los cabellos o un acto semejante. Por otra parte, el movimiento de ira puede ser desordenado por el modo de airarse: cuando el alma se excita ardientemente en su interior, o si hace externamente manifiestos signos de ira. Por tanto, la ira no es, en sí misma, pecado mortal. Pero puede serlo cuando, por la vehemencia de la ira, alguien se aparta del amor a Dios o al prójimo.

El Señor dice en Mateo 5,22: "Todo el que se aíra contra su hermano, reo será de juicio". El Señor dijo eso de la ira, como completando el texto de la ley, que "el que mate, reo será de juicio" (Mateo 5,21; ver Éxodo 20,13; Deuteronomio 5,17). De ahí que, en ese texto, el Señor hable del movimiento de ira bajo el cual se desea la muerte del prójimo, o una grave lesión. Si la razón da su consentimiento a este deseo, sin duda será un pecado mortal.

¿Existe algún vicio opuesto a la ira, que proceda de la falta de ira?

Dice San Juan Crisóstomo en el comentario a Mateo: "El que con causa no se aíra, peca. La paciencia irracional siembra vicios, nutre la negligencia y no solo a los malos, sino también a los buenos invita al mal".

Podemos entender la ira de dos modos. Un modo, como un simple movimiento de la voluntad, por el que se inflige una pena no por pasión, sino por un juicio de la razón. Y así, el defecto de ira sin duda es pecado, y este es el sentido que da a la ira San Juan Crisóstomo cuando dice en el mismo pasaje: "La ira que tiene causa, no es ira, sino juicio. Y ya que se entiende por ira una conmoción pasional; pero la ira del que se irrita con causa no procede de una pasión. Por eso decimos que juzga, no que se aíra". Otro modo de considerar la ira es tomarla como un movimiento de nuestra capacidad sensitiva, que se da con pasión y transmutación corporal. Este movimiento, en el hombre, sigue necesariamente a un movimiento de la voluntad, porque el deseo inferior sigue naturalmente al movimiento del superior, si no lo impide algún obstáculo. Por eso no puede faltar totalmente el movimiento de la ira en la capacidad sensitiva, a no ser por sustracción o debilitamiento del movimiento voluntario. Y, como consecuencia, también es viciosa el defecto de pasión, como defecto del movimiento voluntario para castigar según el juicio de la razón.

La pasión de la ira, como todos los otros movimientos de nuestra capacidad sensitiva, es útil en cuanto que ayuda al hombre a ejecutar con prontitud lo que la razón le dicta. De lo contrario, la capacidad sensitiva sería totalmente inútil en el hombre, aunque, sin embargo, la naturaleza no hace nada en vano.

En aquel que obra con orden, el juicio de la razón no solamente es causa del simple movimiento de la voluntad, sino también de la pasión de la capacidad sensitiva, como ya dijimos arriba, por eso, dado que la remoción del efecto es signo de la remoción de la causa, del mismo modo la remoción de la ira es signo de la remoción del juicio de la razón.