Pastoral Social: Declaración sobre la violencia domestica contra la Mujer



Como pastores de la Iglesia debemos declarar tan clara y fuertemente como podamos que la violencia contra la mujer, en el hogar o fuera del hogar, nunca es justificada. La violencia en cualquier forma - física, sexual, psicológica, o verbal - es pecaminosa; muchas veces es también un crimen.

El abuso es un tópico en el que a nadie le gusta pensar. Pero como éste existe en nuestras parroquias, diócesis y vecindades, presentamos esta declaración como un primer paso en lo que nosotros esperamos será un contínuo esfuerzo de la Iglesia para combatir la violencia familiar en contra de la mujer. Esta declaración es una respuesta a las repetidas solicitudes de muchas mujeres y hombres para tratar el tema.

Escribimos acerca de nuestro deseo de ofrecer los recursos de la Iglesia, tanto a las mujeres que son maltratadas como a los hombres que abusan de ellas. Ambos grupos necesitan de la fuerza y curación de Jesús. Escribimos también sobre la conciencia de que en tiempos de inestabilidad económica, como el presente, en que los asalariados pierden sus trabajos o son amenazados con su pérdida, se ven a menudo afectados por un aumento en la violencia familiar.

A pesar de que estamos enfocando aquí la violencia en contra de la mujer, ésto no implica de ninguna manera que la violencia en contra de los hombres o de los jóvenes o los mayores de edad o los no nacidos sea algo de menor gravedad. En realidad, la violencia en contra de cualquier persona es contraria al mensaje del Evangelio de Jesús de "Amáos los unos a los otros como yo los he amado." Cuando la violencia en contra de la mujer es tolerada, puede ayudar a preparar el escenario para actos violentos en contra de otros grupos también.

La violencia en contra de la mujer en el hogar tiene particularmente serias repercusiones. Cuando la mujer es una madre y la violencia es llevada a cabo delante de sus niños, se crean las condiciones en el ambiente para un ciclo de violencia que puede ser transmitido de generación en generación.
Los consejeros de la violencia familiar nos enseñan que la violencia es un comportamiento aprendido. En algunos casos, los hombres que cometen el abuso y las mujeres que son abusadas han crecido en hogares donde ocurría la violencia. En una situación semejante, un niño puede crecer creyendo que la violencia es un comportamiento aceptable; los niños aprenden que ésta es una forma de ser poderosos. Los consejeros sobre el abuso dicen que el niño que haya crecido en un hogar presenciando abuso físico está mil veces más inclinado a utilizar la violencia en su propia familia. Al mismo tiempo, apenas el 25 por ciento de los hombres que crecieron en hogares con abuso físico prefirieron no usar la violencia.
Estamos de acuerdo con los obispos de Quebec, Canadá, cuando llaman a la comunidad cristiana para "unir sus fuerzas y complementar el trabajo de aquellas asociaciones y grupos que están actualmente comprometidos en prevenir y defender esta forma de violencia."

También estamos de acuerdo con los líderes de la Iglesia canadiense, quienes han sostenido que cuando los hombres abusan de la mujer, "reflejan una falta de entendimiento en nuestra sociedad acerca de la forma en que hombres y mujeres deben relacionarse unos con otros. Ellos violan los valores básicos cristianos de justicia, igualdad, respeto, dignidad y paz; van en contra del llamado a la práctica de la amabilidad, la bondad, la confianza, el soporte mutuo, y de amarnos unos a otros como a nosotros mismos."
Porque la violencia tiene muchas dimensiones y ramificaciones, esta declaración intenta ser una introducción junto con algunas sugerencias prácticas pastorales a las parroquias de lo que pueden hacer ahora en ese sentido.  

1. Dimensiones del problema


"La evidencia recogida a través de los últimos veinte años nos indica que la violencia física y sexual en contra de la mujer es un problema de enormes dimensiones. El alto predominio de la violencia en contra de las mujeres las mantiene en contacto permanente con los médicos; por lo menos una de cada cinco mujeres atendidas en los departamentos de emergencia han presentado síntomas relacionados con el abuso." La violencia familiar es la forma más común de violencia en nuestra sociedad y el crimen menos reportado.
¿Qué es el abuso? El abuso es cualquier clase de comportamiento utilizado por una persona para controlar a otra a través del miedo y la intimidación. Este incluye el abuso emocional y psicológico, los golpes, y el ataque sexual. El abuso no está limitado a un simple grupo. Penetrando a través de orígenes raciales y económicos, puede ocurrir en familias de cualquier étnia, economía, religión y tipo de educación.
Por el hecho de ocurrir usualmente en la privacidad de los hogares, la violencia se encuentra a menudo envuelta en el silencio. Las personas ajenas a la familia vacilan en interferir, aún cuando suponen que está ocurriendo el abuso. Tradicionalmente, el abuso de una esposa por su marido ha sido considerado "no solo un asunto de familia sino virtualmente una prerrogativa del esposo." Aún hoy día, algunas personas - erróneamente - argumentan que la intervención por parte de fuentes externas pone en peligro el concepto de la santidad del hogar.
Sin embargo, el abuso, el ataque, o el asesinato no son menos graves por el hecho de ocurrir dentro de la familia. . . La violencia, ya sea cometida en contra de miembros de la familia o extraños, es contraria a los mensajes judeo-cristianos de amor y respeto por la persona."
Como habíamos dicho, "la dignidad de una mujer es destruida de una manera particularmente cruel y atroz cuando se le trata violentamente. Nos conmociona saber que actualmente una de cada cuatro mujeres será atacada sexualmente en algún momento de su vida."

2. ¿Por qué los hombres golpean?

Algunas opiniones psiquiátricas sostienen que en un pequeño porcentaje de casos, un desorden psicofísico puede desencadenar en conducta violenta. Sin embargo, en la mayoría de los casos, otras razones pueden explicar el comportamiento abusivo de los hombres. Los hombres que abusan de las mujeres llegan a convencerse de que tienen el derecho de hacerlo así. Pueden creer que la violencia es una manera de disipar la tensión y resolver los problemas - una versión que la sociedad usualmente apoya. Los golpes y otras formas de abuso ocurren en una sociedad saturada con la violencia, donde ésta se ve glorificada en los libros, las películas y la televisión. A menudo, la violencia es representada como la manera apropiada de responder a situaciones amenazadoras.

Los hombres abusivos tienden a ser extremadamente celosos, posesivos, y se enojan fácilmente. Por ejemplo, ellos se pueden poner furiosos porque su esposa llame muy a menudo a su familia o porque no haya dejado un mensaje. Muchos tratan de aislar a sus esposas limitando su contacto con la familia y amigos.

Frecuentemente, los hombres abusivos tienen una baja auto- estima y se sienten vulnerables y débiles. Tienen una mayor probabilidad de haber presenciado o experimentado la violencia en algún momento de su infancia, abusan del alcohol, son sexualmente agresivos con sus esposas, y constituyen un riesgo para la violencia contra los niños." Usualmente, niegan estar cometiendo el abuso, o insisten en que ésto sucede raramente. Muchos tratan de responsabilizar de su comportamiento abusivo a algún factor externo a su persona - sus esposas, su trabajo, y así sucesivamente. El alcohol puede constituir una presencia especialmente determinante en muchos de los incidentes de violencia familiar. El alcohol y las drogas reducen las inhibiciones y pueden aumentar la cólera, deteriorar la conciencia de la persona, insensibilizar e incrementar la cantidad de fuerza que utiliza usualmente la persona.
Muchos hombres abusivos mantienen el criterio de que la mujer es inferior. Su conversación y lenguaje revelan sus actitudes en cuanto a la posición de la mujer en la sociedad. Muchos creen que ser hombre significa dominar y controlar a la mujer.

3. ¿Por qué las mujeres se quedan?

Ninguna respuesta explica completamente por qué las mujeres permanecen con sus agresores. Los psiquiatras reportan que las relaciones abusivas usualmente derivan de otras relaciones; al principio, ambas partes se aman y recompensan mutuamente. Durante el proceso, cuando ocurre el primer acto de violencia, la mujer es probable que sea incrédula aunque esté deseando creerle a su esposo cuando éste se disculpe y le prometa que nunca más lo repetirá.

Al pasar el tiempo y repetirse el abuso, muchas mujeres llegan a creer que de alguna manera deben culparse por las actuaciones de su esposo, o pareja; piensan que si ellas hubieran actuado en forma diferente el abuso no hubiese ocurrido. En los momentos en que su amor propio caiga, se sentirán atrapadas en la relación abusiva, especialmente si tienen niños y no cuentan con ningún otro medio de apoyo.

Muchas mujeres abusadas se encuentran aisladas y a solas con sus penas. Aún cuando desean buscar ayuda, no saben hacia dónde ir. Además, muchas se sienten sumamente avergonzadas para admitir lo que está pasando. Pueden llegar a creer que son las responsables del éxito o el fracaso del matrimonio. En consecuencia, muchas mujeres se sienten demasiado avergonzadas para admitir que el hombre con el cual se casaron o con el que tienen niños, a los que aman, es el mismo que las está aterrorizando. "La violencia en el hogar usualmente no permite que una mujer pueda asumir una posición que no sea defensiva."

Finalmente, muchas de las esposas maltratadas son económicamente vulnerables. Es posible que no se crean capaces de mantenerse por sí mismas, mucho menos a sus hijos. En consecuencia, no ven cómo se podrían escapar. El resultado es que se vuelven pasivas, ansiosas y depresivas. La mayoría de ellas son incapaces de visualizar un futuro diferente para sí mismas.
A través del tiempo el abuso se intensifica, a pesar de que a veces puede que no incluya la violencia físico. A menudo, la amenaza del abuso físico es suficiente para aterrorizar a las mujeres. Para algunas víctimas, el resultado final del abuso es el asesinato.

4. ¿Qué podemos hacer para ayudar?


Aquí se presentan algunas sugerencias prácticas pueden ser implementadas en su parroquia y diócesis.

A las mujeres abusadas

  • Comience a creer que usted no está sola. Muchas mujeres han solicitado ayuda y han encontrado el camino hacia una nueva vida para sí mismas y para sus hijos.
  • Hable en confianza con alguien en quien confíe: un familiar, una amistad, un sacerdote de la parroquia, un diácono, una hermana. A pesar de que puede ser inquietante el hablar de problemas familiares íntimos, confíe en ellos diciéndoles toda la verdad sobre su problema.
  • Si usted tiene que permanecer en la situación, al menos por el momento, haga un plan de seguridad que pueda utilizar en caso de presentarse otro episodio de abuso.
  • Esto incluye: esconder una llave del auto o la moto en un lugar fuera de la casa; tener una cantidad pequeña de dinero en un lugar seguro; localizar un lugar a dónde ir en caso de una emergencia. Cuando sienta que se acerca otro episodio de violencia, salga de la casa inmediatamente y no regrese hasta que tenga la seguridad de que ha pasado el peligro.
  • Localice las instituciones en su ciudad que ofrezcan ayuda a las mujeres agredidas y sus hijos. Su médico o el maestro de la zona pueden orientarla a los grupos apropiados. Cáritas o la Pastoral Familiar puede ayudarla. Cáritas tiene frecuentemente consejeros capacitados entre su personal y puede ofrecer asistencia en casos de emergencia y otros tipos de ayuda.
  • Las páginas amarillas de la guía telefónica tienen en su lista los refugios para mujeres agredidas de su área. El 911 es el número universal para llamar a la Policía.

A los hombres que abusan

  • Tenga el coraje de ver honestamente su comportamiento en la casa y especialmente hacia su mujer. Comience a creer que usted puede cambiar su conducta si se propone hacerlo.
  • Tenga conciencia de que usted es el causante del abuso; no es su mujer la culpable. No busque excusas para la agresión.
  • Tenga la disposición de buscar ayuda. Hable con alguien que usted crea que pueda ayudarlo. Póngase en contacto con Cáritas o refugios de su área para ver el nombre del grupo para agresores que adoptará.
  • Mantenga todo el tiempo en su mente que la Iglesia está ahí para ayudarle. Parte de la misión que nos encomendó Jesús es la de ofrecer ayuda cuando se necesite. Contacte a su parroquia.
  • Encuentre otras formas alternativas de reaccionar cuando se sienta enojado o frustrado. Hable con otros hombres que hayan atravesado por conducta agresiva y la hayan superado. Entérese de lo que hicieron en esos casos y cómo lo hicieron.

A los párrocos y agentes de pastoral

  • Haga de su parroquia un lugar seguro donde las mujeres agredidas y los hombres que agraden puedan solicitar ayuda.
  • Aprenda lo más que pueda sobre violencia doméstica. Manténgase en estado de alerta para detectar cualquier signo de abuso entre las mujeres de la parroquia.
  • Súmese al mes de Noviembre como "El mes de erradicación de la violencia doméstica." Dedique por lo menos un fin de semana de ese mes a la educación de los parroquianos en materia de abuso y su eventual presencia en su parroquia.
  • Asegúrese de que las charlas de la parroquia se refieran a la violencia doméstica. Si las mujeres abusadas no oyen nada sobre el abuso, pueden creer que a nadie le importa. Describa de lo que se trata el abuso de modo tal que las mujeres empiecen a reconocerlo y puedan contar lo que les está pasando.
  • Si usted sospecha de un abuso, haga preguntas directas. Pregunte a la mujer si ella ha sido golpeada o maltratada en la casa. Evalúe cuidadosamente su respuesta. Algunas mujeres no tienen conciencia de que están siendo abusadas o mienten para proteger a sus maridos.
  • Al hablar con una persona abusada, sea cuidadoso en su lenguaje. No diga nada que pueda sustentar su creencia de que ella tiene la culpa y que debe cambiar su comportamiento. La víctima no puede ser culpada. El agresor debe ser el responsable de su conducta.
  • En las charlas de preparación para el matrimonio evalúe los métodos de la pareja para lidiar sus diferencias y sus modelos familiares para la solución de los problemas. Sugiera la posponer el matrimonio en caso de identificar signos de abuso o de abuso eventual.
  • En las charlas de preparación para el bautismo, manténgase alerta de que la llegada de un hijo y la inquietud de la espera puedan incitar al comportamiento violento.
  • Tenga una lista actualizada de las instituciones para mujeres abusadas de su área.
  • Trace un plan de acción para seguir en caso de que una mujer agredida llame solicitando ayuda o edifique un esquema de colaboración con la Policía de agencias de asistencia a la violencia doméstica. Localice un lugar seguro para las mujeres abusadas.

A los docentes y catequistas

  • Asegúrese de que todos los docentes y catequistas reciban entrenamiento en la forma de reconocer el abuso.
  • Insista en que las enseñanzas y exámenes estén exentos de cualquier tipo de estereotipo sexual. La agresión puede desencadenar en acoso sexual.
  • Trate de incluir a los albergues para mujeres y niños abusados en las listas de servicio de las clases de confirmación y otros grupos de servicio.
  • Incluya información sobre la violencia doméstica en las clases de sexualidad humana y vida familiar.
  • Promueva misiones de la parroquia para ayudar en los casos de violencia doméstica.

A la pastoral de liturgia

  • En las celebraciones penitenciales de la parroquia identifique a la violencia contra la mujer como un pecado.
  • Incluya intercesores para las víctimas de abuso, para los hombres que abusan de la mujer, y para aquellos que ayudan tanto a las víctimas como a los agresores.
  • Haga lo posible por utilizar un lenguaje detallado en las celebraciones litúrgicas, del modo en que sea autorizado.

A la Pastoral de Mujeres y otros grupos de mujeres

  • Incluya en los Boletines de la parroquia y en los directorios una lista de los nombres y números telefónicos de los contactos de la parroquia de modo que las mujeres abusadas puedan llamar a solicitar ayuda.
  • Busque la forma de que tanto las mujeres como los hombres estén representados en la animación de la parroquia (ejemplo: en la economía de la parroquia y los consejos pastorales).
  • Ofrezca tiempo libre para reunirse y formar grupos de mujeres abusadas y de hombres que cometen abusos.
  • Cree planes de educación en su parroquia o diócesis en referencia a los crímenes de violencia contra la mujer.
  • Busque ayuda de personas de recursos en su parroquia que puedan ofrecer asistencia.
En última instancia, la mujer abusada deberá tomar sus propias decisiones sobre quedarse marcharse del hogar. Es muy importante el ser honesto con la mujer en cuanto a los riegos envueltos en este caso. Recuerde: La mujer se encuentra en el punto más peligroso de su situación cuando trata de abandonar su agresor. Las investigaciones han demostrado que "las mujeres que dejan a sus agresores tienen un riesgo de un 75 por ciento mayor de ser asesinadas por el agresor que aquellas que se quedan." [Fuente]