[Video] La Laudato Si y la posmodernidad

"La crisis ecológica es una eclosión o una manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual de la modernidad" (Laudato si 119)

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Transcripción:

José Caamaño es vicedecano de la Facultad de Teología, es sacerdote diocesano de la Diócesis de San Nicolás, profesor titular de Teología Dogmática I en esa casa de altos estudios, es también presidente de la Sociedad Argentina de Teología que nuclea numerosos profesores y especialistas en todo el país. Obtuvo el grado de Licenciado en Teología de la UCA con una investigación realizada sobre Romano Guardini. Piensen que en Laudato Si hay mucha inspiración del pensamiento de Guardini. Y años más tarde se doctoró en Teología en la misma facultad con una tisis sobre el conocimiento simbólico de Dios, ambos trabajos dirigidos por el querido padre Lucio Gera. Es conferencista de larga trayectoria en el mundo académico, lo podemos considerar también un amigo de la casa. 

En realidad me da mucha alegría hablar en tercer lugar porque ya han dicho casi todo lo que yo iba a decir, así que me voy a dedicar a redondear algunas ideas. Quiero que agradecerle a Carlos la invitación. Y yo verdaderamente lo que voy a decir son algunos núcleos que me parecen relevantes teológicamente en la Encíclica que es más mi especialidad. 

No es menor plantearse el tema teológico en el texto porque indudablemente el Papa quiere plantear una cuestión de sentido. Cuando uno examina el esquema de la Encíclica percibe que la crisis ecológica está vinculada a una crisis de sentido, este mal uso de los bienes de la naturaleza. Voy a hacer una breve reseña a nivel de la historia del pensamiento: nos muestra que en realidad el deterioro cultural tiene que ver con el deterioro de la noción de sentido, o sea se ha cambiado la búsqueda del sentido por los espacios técnicos.

Basta con pensar la alegría que nos da cambiar el plasma. Iba a decir el lavaropas pero en realidad me resulta un instrumento bastante irrelevante. O a los más jóvenes conquistar el nuevo celular, a los hombres cambiar el auto porqué no. Nos da una sensación de bienestar. Esto hace muchos años atrás en un libro de antropología en el cual plantea la cuestión de la técnica, el padre Mandrioni, citando a Heidegger decía que en realidad el mundo del ser se ha poblado de objetos técnicos, ha habido un cambio de eje en la metafísica, se ha pasado del problema del ser y del sentido como los horizontes de felicidad y de esperanza de lo humano a la posesión, ya ni siquiera de la tierra, sino de la técnica, que es en el fondo lo que garantiza la posibilidad de obtener aquello que aparece como la clave para esta que yo le llamo tercera modernidad de garantizarse esa falsa inmortalidad con la que pretendemos nosotros auto-ungirnos en este momento de la crisis planetaria, que es el poder. 

La discusión sobre el poder

En el fondo aquí aparece otra cuestión interesante en el en el planteo que hace el Papa que yo diría es primero es la crisis como paso del tema metafísico, del tema del ser, a la cuestión del sentido como posesión de lo técnico, a la discusión sobre el poder. En un momento de la Encíclica dice concretamente: es sumamente peligroso que tan pocos tengan tanto poder que administrar los inmensos recursos científicos y técnicos con los que cuenta el mundo actual. Es por lo tanto el primer elemento del que me parece que es importante llamar la atención es que el planteo que hace Francisco en la Encíclica tiene que ver con una cuestión de sentido. 

En el fondo yo me animaría a decir, el Papa está preocupado por la ecología porque es el sedimento emergente más grave de la crisis de sentido en la tercera modernidad. 

¿A qué le llamo yo la tercera modernidad? La primera modernidad fue aquella modernidad en la que la razón sustituyó a cualquier otro sistema y a cualquier otro dogma, que fue la modernidad enciclopédica. En el fondo tenía poder quien sabía un montón de cosas, era trasladar a la revolución industrial el ideal renacentista de conocimiento. El famoso enciclopedismo que todos conocemos, el enciclopedismo francés, el iluminismo, que tenía la gran riqueza de proveernos de una de una erudición notable y del que los profesores aveces nos gusta hacer gala. ¿Vieron cuando a uno le piden que escriba un artículo, después competimos con cuál tiene más nota a pie de página? En realidad lo que obviamos normalmente, cuando leemos un artículo, son las notas a pie de página. Pero bueno, todavía los que tenemos más de 40 años tenemos ese ideal enciclopédico de conocimiento: saber es citar, es referir nuestro conocimiento a un montón de cosas que en el fondo son tantas que no las conocemos bien. Porque una cosa era conocer a la totalidad de lo que se sabía en el siglo XIII o XIV y otro es hoy. Ni siquiera en el ámbito de nuestras especializaciones sabemos todo lo que se edita, conocemos todo.La segunda modernidad es la reacción a esto, y como gran emergente de esta primera modernidad, de la modernidad de la razón, aparece la técnica. 

La técnica es el gran emergente de la modernidad de la razón, de esa primera modernidad que ya entra en crisis. Es raro la gran inercia que ha tenido culturalmente como modelo de dominio la tecnocracia, cuando la técnica entra en crisis con la segunda guerra mundial. El Papa hace un pasaje por ese gran drama de la humanidad. Ese ideal del hombre omnipotente del conocimiento y desde el dominio tecnológico, ya había caído hacia la segunda mitad del siglo XX. Contra eso hay una gran reacción cultural que es la segunda modernidad, que es una modernidad que se decepciona de ese ideal racional, de ese ideal de la razón, de ese ideal del hombre que conquista toda la realidad con el conocimiento, y empieza a surgir el proceso que llamamos posmodernidad, que algunos entendieron como una superación de lo moderno y en realidad la posmodernidad es más modernidad. Algunos han llegado a llamarla sobremodernidad. 

Lejos de ser una superación de la modernidad, la posmodernidad es otra expresión del fragmento al cual somete este último período de la modernidad a la condición humana, que es la ruptura entre, podríamos decirlo, la inteligencia y el corazón, el amor y el eros, para mal de los dos. Porque algunos dicen que es la exageración de lo erótico. Sí, pero también es una exageración del amor hiper espiritualizado, sin compromiso político, sin compromiso social, solamente aplicado al mundo de las ideas trascendentes. El amor sin eros es también tan peligroso y disruptivo de una auténtica humanidad como el eros sin amor. En general nosotros, sobre todo mi gremio, hemos insistido más en el eros sin amor, cada oficio tiene su problemática, pero el amor sin eros no atrajo nadie, o sea, el amor sin eros es el amor sin pasión, sin compromiso. Y ese aspecto disruptivo del amor también es un elemento de la segunda modernidad, por eso es tan difícil. Todos hablan de la crisis del compromiso, y bueno, nadie se enamora de algo de lo que no puede apasionarse, de lo que no pueda dar la vida. Adquirir el sentido profundo de una realidad incluye también una erótica de ese sentido y por tanto una dimensión de pasión que nos permite dar testimonio de aquello a lo que nos hemos adherido. 

En consecuencia, la segunda modernidad frente a la exageración, si ustedes quieren, de lo racional, en la primera modernidad, es la reaparición de una pasión vacía que, en el fondo, también tiene que ver con la decepción que produjo ese primer proceso moderno, esa crisis de sentido del primer proceso moderno que fue muy bien expresada por el Jean-Paul Sartre en La Náusea, cuando como consecuencia, en el fondo, de la muerte final del sentido. Porque Nietzsche no sólo anuncia la muerte de Dios. Cuando Heidegger comenta a Nietzsche dice, los cristianos están muy preocupados porque Nietzsche mató a Dios pero en realidad el problema de Nietzsche -dice- es que es el gran profeta de la caída de los horizontes de sentido. El gran sentido, que anterior a la modernidad, el único sentido con el cual se articulaba toda la realidad, era ese nombre monumental que es Dios. Pero ahora Nietzsche avisa, dice Heidegger, que no sólo no hay Dios, sino que tampoco hay ser. Y por eso Sartre en el fondo, dice: existir es una náusea, es una pasión inútil, es simplemente la aplicación de la libertad a construir algo que en el día que llega a su cenit, morimos. Por eso la segunda modernidad es este abocarse a aquella experiencia más inmediata que es la de la sensibilidad, la del sentido. 


Papa Francisco

La técnica aplicada al poder

Y aquí surge nuestro tercer momento, lo que yo diría la técnica aplicada al dominio, la técnica aplicada al poder, la técnica aplicada a la posibilidad de controlar, y sobre todo de controlar el otro gran principio que existía en la en la primera modernidad, que es lo que se llamó la naturaleza. Por debajo de este ideal de técnica y de este ideal de control de la de la realidad hay un proceso sumamente interesante porque seguro que aquí hay mucha gente que sabe filosofía y que sabe quizás hasta más filosofía que yo, pero que sabe que el concepto de nature en la modernidad sustituyó a la noción de Dios, o sea la naturaleza, que para el hombre, para el cristiano en la revelación bíblica es un don, es lo dado, nuestro respeto de la naturaleza tiene que ver con aquello que es el primer título, el segundo título, perdón, el primer título más específicamente teológico del documento que hoy nos reúne, el evangelio de la creación. En el fondo, la dignidad de la naturaleza tiene que ver con que procede de Dios, de allí que la gran crisis inicial. Si uno dijera en donde radica aquella crisis que en el tardo medioevo se da con esa primera revolución tecnológica. Porque algunos piensan que la revolución tecnológica se da en la modernidad. Ya Santo Tomás piensa la teología en debate con las ciencias. 

Si ustedes tienen ganas de hacer una tarea, llegan a sus casas, la mayoría no tendrá la Suma Teológica en la biblioteca, pero bueno, por ahí alguna persona que le gusta coleccionar objetos raros o que le interesa la ciencia oculta, entonces se inclinó hacia la teología en algún momento de su vida... Pero sino googlen en la Suma Teológica y vayan a la primera parte de la Suma Teológica, a la cuestión primera de la Suma Teológica y santo Tomás se pregunta algo que nadie se había preguntado antes, así, con esa radicalidad. Se pregunta si la teología es una ciencia. La verdad si ustedes me preguntaran si la teología es una ciencia, yo hoy les diría que es un debate irrelevante, porque la teología están muy lejos de ser la ciencia de las ciencias. A la teología la siguió la filosofía como la ciencia articulante, a la filosofía la siguió la sociología y hoy goza un poco de prestigio como articulador del todo social, y es parte del problema indudablemente, la economía. Uno podría decir aquel ideal articulador de todo el saber, al cual mirábamos para tranquilizarnos con el diario de la mañana, era la teología en el siglo XI y la economía hoy. Por eso alguien ha llegado a decir: la economía es hoy lo que la teología era en el medioevo. Si a nosotros nos preocupa de un modo desbordante y desmesurado como articulador, y yo diría como silencioso asignador de sentidos, no simplemente como asignador de cierto bienestar lógico que todos buscamos y que todos necesitamos para vivir con cierta alegría y con cierta paz. Porque cuando se habla de la relación en la Encíclica de economía y problema ecológico, en el fondo lo que está planteándose es que la economía ha pasado a ser la realidad que asigna sentidos. Por eso nos resulta bastante difícil entender que los pobres pueden ser felices, muy felices, mucho más felices que muchos de nosotros. Mucho más felices que muchos de nosotros. 

Quienes trabajan con gente sencilla, quienes tienen trabajo en las bases, saben de la felicidad que puede haber en medio de una situación de pobreza y la solidaridad que puede haber.  Yo he visto a gente de los barrios pobres llevarse al vecino sólo, a vivir a su casa, y lo he visto sólo ahí. Porque a nosotros nos cuesta ¡qué el vecino! la tía, mamá y papá, llevar a nuestra casa, ¡miren que vamos llevar el vecino! Está claro. ¿Pero por qué? Porque para el pobre, para ese pobre, lo que sigue siendo asignador de sentido no es gastar más, o si gasta menos. Por eso hay un montón de cosas que nosotros no podemos comprender. Cómo por ejemplo que sea pobre y que haga una gran fiesta para el bautismo de los chicos. ¿Pero por qué? Porque tiene otra criteriología en la construcción de los sentidos que articulan su existencia. Esto lo quiero dar sólo como un ejemplo para mostrar el lugar tan relevante, tan oculta y silenciosamente relevante, que tiene el problema económico para nosotros. No quiero decir una palabra de política, sólo eso, que no quiero decir una palabra de política. 

Santo Tomás, sin embargo, vivía en una sociedad en la cual lo que articulaba sentidos era Dios, entonces es menester que se pregunte si la teología es una ciencia. ¿Porqué? Porque es el lugar desde el cual va a tener que debatir para validar otros conocimientos científicos. 

Santo Tomás, ustedes saben, que es el primero que organiza lo que se llama el pensamiento escolástico, esto significa ya no es un monje que enseña teología para un grupo de monjes -iba a decir piadosos monjes- pero los monjes medievales eran eran muy batalladores, porque además, de ellos había dependido en gran medida a la articulación de la cultura europea, así que no imaginemos unos hombres seráficos, pero tampoco El nombre de la rosa, pero eran hombres con todas las letras. Pero santo Tomás a eso se le sumaba que él participaba del debate público. Hasta tal punto que alguna teoría dice que, lejos de ser un atracón lo que lo mató en ese monasterio cerca de Roma, en Fosa Nova, fue un peón del rey de Nápoles, al cual santo Tomás lo tenía bastante cansado con sus homilías sobre los deberes el príncipe, y todas esas cosas. Entonces una noche, a un hombre que le gustaba comer y que le gustaban más o menos algunos deleites legítimos para la vida de un dominico, la mejor forma de hacerlo desaparecer era envenenarlo. Lo cual muestra que santo Tomás era un hombre que estaba en el debate público. 

Quiero decir como primera idea: el Papa habla de esto porque es absolutamente relevante para un hombre de fe la cuestión del sentido, y el problema ecológico revela dramáticamente una crisis de sentido reducida a la problemática económica. Yo diría como síntesis de esta primera cuestión esto que me parece sumamente importante y que me parece que es clave y difícil. Porque realmente creo que el sistema capitalista actual unge a la economía con capacidad asignadora de sentidos. Por eso la propuesta del Papa es hermosa, es extraordinaria, y yo diría tiene hasta una mirada contemplativa sobre la realidad humana y sobre la naturaleza. Pero él también en un punto de la Encíclica dice: es casi imposible bajarse de este barco. 

La Encíclica es esperanzadora y al mismo tiempo nos deja pensando en silencio. Porque todos nos entusiasmamos con su lenguaje. ¿Pero qué vamos hacer? Porque la mera realidad de la tecnología como uso, la tecnología no es más un uso y un medio. 

Le voy a decir un ejemplo. Hace un tiempo yo estaba en la casa de un hermano mío, y estaba sentado en mi computadora portátil en el Facebook y yo pensé que uno de mis sobrinos estaba en la casa y entonces entra a la lista de la gente en Facebook este sobrino y entonces me pongo a hablar con él por Facebook y le digo: pensaba que estabas acá en tu casa. Estoy en mi casa, dice. Ah, le digo, espera que voy a tu pieza. Y para qué, me dice. -Y para hablar. -Y si es lo que estamos haciendo. 

Para mí el Facebook es un medio, para él era un ámbito de existencia. Para los que tienen menos de 30 años la tecnología no es un medio, para nosotros es un medio. Capaz que alguno de nosotros hasta puede llegar a vivir sin celular, no estoy muy seguro, porque además hay un montón de estudios que dicen que los que somos más grandes nos volvemos más rápidamente adictos. 

Pero la tecnología, y esto el Papa lo dice también, ya no es un medio, es un ámbito existencial. En este sentido uno puede plantearse que forma parte del tejido de la ontología de lo real y ya no es válido analizar la realidad y la tecnología, y este es el gran planteo ético que en el fondo se plantea acá, ¿cómo hacemos para bajarnos y cómo hacemos para asignar esta nueva constitución de la realidad de valor ético? 
¿Y porqué planteo la cuestión tecnológica con tanta importancia? Porque a ninguno de nosotros se nos escapará que, justamente este espacio que forma parte del tejido de lo real, es en gran parte el responsable de la crisis ecológica. 

El sentido desmedido de la cuestión económica

La crisis ecológica tiene que ver en la propuesta que hace el Papa, con una crisis de sentido que va prendida de dos temas. 

Por un lado, la asignación de sentido desmedido a la cuestión económica, y por otro lado el desarrollo tecnológico desmedido como posibilidad de obtener aquel bien preciado que asigna sentido, que es la posesión de la mercancía, que nos da por último, lo más preciado y y más deseable de todos en esta tercera modernidad, más que la plata, y es el poder. 

El problema ecológico. Finalmente plantea el Papa la exigencia de examinar algo, que este autor, como dijo Carlos hice mi tesis, la primera tesis, la de maestría, la de licenciatura especializada, sobre Guardini. Y sobre lo que voy a decir, algo sin querer alargarme mucho para que no se alargue también el encuentro. Justamente que Guardini plantea que el problema de la modernidad es una crisis en la concepción de poder. Lo plantea en dos libros: en uno que se llama El poder, que les recomiendo leer, porque parece éste escrito hoy. Y otro que se llama El ocaso del tiempo moderno. Y tiene una tercera advertencia en un libro que se llama El mesianismo en la religión y la política, que dice, que en el fondo el problema del hombre moderno es volverse mesías, o sea, cada uno de nosotros volverse omnipotente frente a la organización de la realidad. 

Quiero decir una segunda cosa, tengo cinco minutos más, en los números 10 y 12, 84 y 86, El Papá pone el centro en lo que podríamos decir una de las motivaciones espirituales y teológicas de la Encíclica, que es una figura a la que el Papa cita explícitamente en la el documento, que es san Francisco de Asís. 

San Francisco de Asís en el imaginario nuestro popular... Un muchacho me dijo: qué bien que Francisco lo quiera a Francisco de Asís porque Francisco es un santo piola. Me quedé pensando porque es verdad, nosotros vimos Hermano sol, hermana luna, ¿se acuerda?. Pero nosotros la vimos, lo chicos no, no ven eso hoy y salía un santo piola y esta cosa de la naturaleza,  hasta medio hippie... 

Francisco es la fuente de pensamiento de la escolástica medieval, Francisco era muy poco ingenuo, tampoco tenía una visión de la naturaleza frente a la cual el hombre debía someterse pasivamente, ni tenía una visión en la cual el hombre debía rechazar la naturaleza. Podríamos decir en los términos más específicos, Francisco tenía una visión cultural de la naturaleza. Esto significa que el hombre legítimamente debía relacionarse en armonía con la naturaleza. De aquí la importancia del pensamiento de Francisco porque frente a esta visión cultural de la naturaleza se pasa a una visión tecnológica sobre la naturaleza que implica una relación de dominio. La noción de cultura es una noción que implica relación y armonía; la noción de dominio, posesión para el uso. Y esto es muy importante en el texto porque Francisco plantea esto en un momento en que en el medioevo había algunas posiciones que rechazaban de cuajo la dignidad de la naturaleza y la posibilidad del hombre de relacionarse satisfactoriamente con la naturaleza. 

Francisco es un hombre afecto, yo podría decir, hasta la experiencia belleza visual. El invita por ejemplo a construir... El primero que en la gruta del Grescio construye un pesebre y dice: dejémonos iluminar por la visión de estas imágenes. 

El clamor de los pobres

Para él los sentidos, la experiencia sensible, tiene un valor que para toda otra mística medieval no tenía: el ve la naturaleza como algo redimido, el ve la naturaleza como una fuente de la que aquel hombre aprende lo que Dios le quiere comunicar y le quiere transmitir. De allí que la palabra de Francisco acá no nos invita a una contemplación ingenua de la naturaleza sino a preguntarnos cómo volver a unir técnica y cultura, y yo diría, como subordinar la economía a espacios de sentidos que la iluminen, que la humanicen y que sobre todo la pongan como un instrumento que pueda responder al otro gran tema que se deriva de la crisis ecológica que es -y aquí utiliza la expresión que utilizó en Evangelii Gaudium- el clamor de los pobres. 

Por eso me parece que si Evangelii Gaudium anticipaba en las tensiones de toda realidad social, alguna de las dinámicas propias de la vida social humana, esta Encíclica concretiza todas esas problemáticas en el gran icono de la crisis de sentido contemporánea, que es la crisis ecológica y su impacto sobre las periferias de la existencia y sobre todo los más pobres. 

Pero este sí, no Evangelii Gaudium, pero éste sí, es un documento que inserta estrictamente dentro del ámbito de la Doctrina Social de la Iglesia. 

Gracias por la atención.