Las Misiones Juveniles Dehonianas
Propósito principal
Es dar a los jóvenes una sólida formación cristiana y al mismo tiempo dejar experimentar a ellos las duras condiciones en que vive mucha gente. Más todavía esto les da a los jóvenes la oportunidad de vivir, si bien por poco tiempo, en solidaridad, fraternidad, amor y compartiendo su fe con otros, especialmente los más pobres y necesitados.Preparación y formación previa
Sirve para formar a los jóvenes a nivel doctrinal, comunitario y hacer de ellos, como dice el Documento de Aparecida, verdaderos discípulos misioneros del Evangelio de Jesucristo.
Se trata de que los jóvenes aprendan a respetar las costumbres y tradiciones de los pueblos que visitan y compartan sus propias experiencias de vida y de fe con las comunidades misionadas. Como ha dicho el Padre General en su última carta por la Festividad del Sagrado Corazón de Jesús 2012: “abiertos a la universalidad del Corazón de Cristo…el ensanchamiento de la visión universal del mundo a la diversidad de naciones, razas y culturas constituye una parte fundamental del ser cristiano, de la igual dignidad de todos los hombres…y del compromiso misionero implícito en la adhesión del Evangelio”.
Desarrollo
Duración
Normalmente las misiones juveniles dehonianas toman dos semanas, los primeros dos días son dedicados a la preparación espiritual de los misioneros y un día de retiro, el resto del tiempo se emplea viviendo en las diferentes aldeas o poblaciones, en un programa de inmersión con la gente del lugar, compartiendo sus casas, cultura, alimentos y oraciones.Actividades
Además de la oración de la mañana y de la noche, así como la celebración de la Eucaristía y la adoración eucarística comunitaria y de toda una noche por turnos de a dos misioneros, las actividades diarias también incluyen visitas a las familias del lugar, enseñanza del catecismo y actividades lúdicas para los niños y participando de encuentros de oración, “Lectio Divina” y reflexión con jóvenes y adultos.
Si bien los jóvenes misioneros dehonianos y sus acompañantes adultos (religiosas/os, sacerdotes y matrimonios) se encuentran muchas veces cansados por el esfuerzo y por llevar un estilo de vida espartano, no falta en ellos la alegría y el entusiasmo y seguramente la misión será para ellos una inolvidable experiencia de vida con Dios y el pueblo de Dios.
Compromiso evangelizador
Toda comunidad cristiana nace misionera, y el amor de los creyentes a su Señor se mide precisamente según su compromiso evangelizador.
Es por ello que se pone de relieve la entrega de muchos Grupos Misioneros Juveniles Dehonianos que con tantas energías, alegría, ganas de compartir e intercambiar experiencias llevan a Jesús a distintos lugares, cada uno de esos lugares con costumbres y tradiciones distintas, con diferentes maneras de expresar la fe a través de la propia religiosidad popular y sin embargo con un denominador común que es la sed de Dios y del encuentro con Cristo a través de María.
Nota: En sentido amplio, cuando se habla de “Religiosidad Popular” se hace referencia a la religión que practica y profesa el pueblo. Por razones culturales y de tradición, al hablar de religiosidad popular, se fija la mirada en la religiosidad popular relacionada con la Iglesia Católica.
La religiosidad popular católica vive con fe y convencimiento la religión; es un natural complemento a las creencias que lleva consigo un valor añadido: la transmisión de padres a hijos a través de la historia y la tradición de una costumbre y forma de sentir la religión, que ha reforzado la fe.
“La religiosidad popular responde a una religiosidad afectiva, donde su principal característica es exteriorizar y sacar a la calle sus más íntimos sentimientos, haciendo pública su fe”. (Rafael Cantero Muñoz, Historiador e investigador, artículo de prensa: “Religiosidad Popular: la exteriorización de nuestra fe”)
Es por este motivo, que se forma a los jóvenes misioneros en el respeto y la práctica de las expresiones de religiosidad popular de los pueblos a los cuales van a misionar.
Formación permanente
En la búsqueda de nuevos senderos para educar a las nuevas generaciones, nunca está fuera de lugar acentuar la importancia de la formación para la misión.
Se ha comprobado que las misiones juveniles son fundamentales en la experiencia vocacional. Se sugiere que haya un intercambio entre las Provincias, Regiones y Distritos que tienen desde hace tiempo esta experiencia y que las que no la tengan puedan enviar algunos jóvenes religiosos para realizarla.
El Papa Benedicto XVI, el año pasado, durante la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid manifestó a los jóvenes del mundo: “No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por lo tanto, no se guarden a Cristo para ustedes mismos. Comuniquen a los demás la alegría de la fe que tienen ustedes. El mundo necesita el testimonio de esa fe, necesita ciertamente a Dios”.
J.D. Griffone, scj