¿Cómo se alcanza la felicidad?

¿Es verdad que para ser felices nos tenemos que contentar con pequeñas alegrías fugaces y momentáneas que, una vez pasadas, dejan amargura en el corazón? Queridos jóvenes, esta no es la verdadera libertad, la felicidad no se alcanza así. Cada uno de nosotros está creado no para tomar decisiones provisionales y revocables, sino definitivas e irrevocables que den pleno sentido a la existencia. Lo vemos en nuestra vida: querríamos que cada experiencia bella, que nos colma de felicidad, no acabase jamás. Dios nos creó teniendo en cuenta el "para siempre" y puso en nuestro corazón la semilla de una vida que realice algo bueno y grande.


En el diálogo con el joven que poseía muchas riquezas, Jesús indica cual es la riqueza más grande de la vida: el amor -prosiguió el pontífice-; amar a Dios y a los demás con todo nuestro ser. (...)
No hay nada más grande para el ser humano, que es mortal y limitado, que participar en la vida de amor de Dios. Hoy vivimos en un contexto cultural que no favorece las relaciones humanas profundas y desinteresadas; al contrario, lleva a menudo a encerrarse en uno mismo, al individualismo. (...)
Pero el corazón de los jóvenes es, por naturaleza, sensible al amor verdadero. Por eso me dirijo a uds con gran confianza y os digo: ¡No es fácil convertir su vida en algo hermoso y grande, cuesta trabajo, pero con Cristo todo es posible!.
Vivan este encuentro con el amor de Cristo en una fuerte relación personal con Él; vívanlo en la Iglesia, sobre todo en los sacramentos.

El amor de Cristo por el joven del Evangelio es el mismo que siente por cada uno de uds. No es un amor confinado en el pasado, no es una ilusión, no está reservado a pocos. (...)
¡Que cada uno se sienta parte viva de la Iglesia, involucrado en la obra de evangelización sin miedo (...)
Benedicto a los jóvenes de Turín.